En su primera Pascua como pontífice, el papa Francisco realizó hoy en una cárcel de menores romana el tradicional lavado de pies a doce jóvenes presos y llamó a los sacerdotes a salir de sí mismos para ir al encuentro de los que sufren.
Francisco celebró la misa de la cena del Señor en la cárcel Casal del Marmo, en la que realizó el lavatorio de pies a 12 jóvenes detenidos, en su mayoría provenientes de África y Europa del Este, gesto que sorprendió al ala más ortodoxa de la curia romana.
"Debemos ayudarnos unos con otros. Esto es lo que Jesús nos enseña y esto es lo que yo hago. Es mi deber, me sale del corazón y amo hacerlo", dijo el Sumo Sacerdote ante los reclusos y el personal carcelario.
"Quien está en lo más alto debe servir a los otros", dijo el Papa. "Esto es un símbolo y un gesto: lavar los pies quiere decir que estoy a tu servicio", explicó el prelado a los detenidos.
"Piensen que con esta ceremonia de lavarse los pies se demuestra que se está dispuesto a ayudar a los demás. Piensen que es como una caricia de Jesús, porque vino para eso, para ayudarnos", prosiguió.
Tras la homilía, el Papa se puso de rodillas, lavó los pies de los internos, entre ellos una joven de fe musulmana, los secó y los besó. De acuerdo con fuentes vaticanas, la ceremonia religiosa fue "sumamente sencilla" y los mismos presos hicieron las lecturas y oraciones.
Horas antes, en la misa crismal ofrecida en la Basílica de San Pedro, pidió ante 1.600 religiosos de distinta jerarquía, que sean "pastores con olor a oveja".
Ese fue el principal mensaje de Francisco ante cardenales, obispos, presbiteros y sacerdotes, en una celebración en la que los religiosos van a renovar las promesas que hicieron en el momento de su ordenación. Eso aprovechó el Papa, y también les pidió que vayan a las "periferias donde hay sufrimiento".
Vieja costumbre. Si bien el lavado de pies en una cárcel resultó inédito para la Santa Sede, el gesto es casi una tradición en la historia del Pontífice y sus homilías en Buenos Aires.
Desde 1998, el cardenal Jorge Bergoglio recreaba el "gesto servicial" de Jesús con los apóstoles durante la Ultima Cena en un lugar distintos de la arquidiócesis de Buenos Aires: el Hospital Muñiz, la cárcel de Villa Devoto, el Hospital Ricardo Gutiérrez, el Hospital Rawson, a adolescentes de la villa 21-24 y del Barrio Zabaleta, entre otros.