Para muchos fue una novedad. Para quienes estaban cerca de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, una medida esperable. Esta semana el ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires, Carlos Mahiques, abandonó el Ministerio de Justicia y volvió a su cargo como juez.
Detrás de su renuncia se esconden las internas con los ministros, el lento avance de la reforma del Servicio Penitenciario. La relación de los dueños del juego en la Provincia con miembros de la Justicia y los conflictos internos detonaron su alejamiento.
“No encajaba en el gabinete y se cansó. Tenía problemas para relacionarse con otros ministros, hasta tenía un humor raro. Pero para María Eugenia no anduvo, no fue compatible”, revela uno de los ministros clave del gabinete. “En la provincia de Buenos Aires se hace un gran esfuerzo, no va a haber más cambios de gabinete salvo para los que quieran hacer la plancha”, acota. Como sea, Mahiques, cuyo hijo es funcionario de Justicia del gobierno nacional, había comenzado a desarrollar una relación frondosa con Daniel “el Tano” Angelici, el operador judicial del macrismo y con fuertes intereses en el juego de la Provincia. En especial, la habilitación de una sala de bingos en Puente la Noria.
Otro punto central fue el Servicio Penitenciario bonaerense. No bien asumió, Mahiques se tomó tres semanas para designar un reemplazante de la sciolista Florencia Permarini. Mientras decidía, y el servicio permanecía acéfalo, tuvo la mala fortuna de que se escaparan del penal de General Alvear los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci. Apurado, a las pocas horas nombró a Fernando Díaz, quien había trabajado con Felipe Solá. Su demora provocó una catarata de críticas al interior del gabinete y fue la primera alerta para Vidal.
En el entorno de Mahiques aseguran que la Provincia no cuenta con los fondos para financiar la reforma del Sistema Penitenciario, pero que el ministro saliente logró varios cambios en poco tiempo.
Finalmente, cuando sus colegas de la Cámara de Casación Penal de Capital Federal se negaron a renovarle la licencia en su cargo de juez, Mahiques debía decidir si renunciar al ministerio o a la Justicia, y que con cuarenta años de antigüedad decidió seguir como juez.
El desgaste era cotidiano: en la gobernación no sólo le adjudicaban lentitud, también tuvo problemas en otras áreas de gestión. Por ello, Vidal llegó a armar una mesa jurídica paralela que comenzó a diagramar una forma legal para intentar desplazar a la procuradora bonaerense, María del Carmen Falbo. Mahiques nunca estuvo al tanto de la movida. Mientras tanto, intentó avanzar con una reforma judicial, pero se quedó a mitad de camino. Ahora, desde el 10 de junio volverá a la Cámara l de Casación de Capital Federal.