POLITICA

Intifada criolla

El virtual estado de rebelión en las calles, una suerte de "Intifada a la argentina", pone al desnudo el fracaso del modelo.

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"Pinta tu aldea y pintarás el mundo", decía Leon Tolstoi. Una rápida mirada de esta aldea nos permitirá tomar contacto con la realidad. Después de ocho años de crecimiento, supuestamente a tasas chinas, una avalancha de dólares, ingresos extraordinarios y la más grande condonación de deuda que se recuerde, los problemas continúan.

Qué vimos en los últimos días? Parques y propiedades privadas tomados por gente de escasísimos recursos, desamparada por el Estado, fuera del sistema y del modelo progresista, gente que corta rutas en demanda de agua potable, un aumento del empleo en negro y del empleo temporario y una feroz suba de precios que lleva a los alimentos a niveles inalcanzables. El virtual estado de rebelión en las calles, una suerte de "Intifada a la argentina", pone al desnudo el fracaso del modelo.

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Es que la inflación ha llegado para quedarse un largo tiempo y la presencia de la gente en las calles no es más que un aviso para una dirigencia que todo lo arreglaba con subsidios y prebendas y que en adelante deberá moverse con menos recursos. A pesar de ello, el gobierno intenta alimentar la ficción aunque de poco servirá.

Con un gasto público subiendo al 40 por ciento anual y los recursos aumentando a 33 por ciento, la ecuación comenzará a traer dolores de cabeza a la Casa Rosada. A esto se le suma una fuerte expansión monetaria alimentada desde el Banco Central para intentar cerrar la brecha y los esfuerzos de la autoridad monetaria por mantener el dólar en 4 pesos.

El gobierno está en un brete. Mantener la paridad cambiaria le obliga a emitir más pesos para comprar el ingreso de dólares. Como no puede absorber esos pesos con instrumentos de deuda doméstica (LEBAC y NOBAC), esos excedentes monetarios van a la circulación, acelerando y otorgándole más velocidad al uso del dinero, lo que retroalimenta la inflación. Por esa razón y ante la imposibilidad de controlar la abundante oferta de dinero, comenzaron a aflorar los problemas de billetes en los cajeros automáticos y en algunos bancos. En otras palabras, el BCRA probó con este "mini-corralito", para intentar neutralizar la oferta de billetes.

De otra manera, si soltara la paridad, el valor del dólar retrocedería de manera tal que la economía perdería competitividad y se transformaría en una economía importadora de bienes mucho más baratos que los productos locales. Y si se jugara a aumentar las compras de dólares, no sólo volcaría más pesos al mercado sino que alimentaría las expectativas de inflación, primero, y de devaluación, luego. A todo esto, los vencimientos de deuda de 2011 son crecientes y la administración Kirchner se verá obligada a usar más reservas del BCRA para pagar esas obligaciones.

El regreso de la misión técnica del FMI a Washington es un claro síntoma que la asistencia técnica sobre el INDEC es una mera circunstancia formal y que detrás de esta puesta en escena, se encuentra una auditoría sobre la economía argentina, en un claro intento por acercarse a los mercados internacionales. Un símbolo de la debilidad del modelo.

En el medio, el ministro de Economía, Amado Boudou, volvió de Francia con un rotundo "no" a la posibilidad de pagar en cuotas la deuda que tiene la Argentina con el denominado "Club de París". "Podemos discutir los intereses, pero la deuda se cancela al contado y si es en plazos, ustedes deberán contar con un programa contingente con el FMI", fue la respuesta de Ramón Fernández, director de ese nucleamiento.

En este contexto, la Argentina debería recurrir al financiamiento externo y como mínimo, la administración Kirchner conseguiría fondos arriba del 10 por ciento anual, una tasa muy superior a la que se financian las principales compañías locales. En ese sentido, la negativa a la emisión de un bono y el pago con reservas de la deuda con el Club de París suenan como un hecho inevitable.

Llegó la hora de pagar la fiesta. Llega la cuenta y el gobierno debe decidir quien la paga. El modelo está diseñado para que la paguen todos a través del impuesto inflacionario. Pero este impuesto, es el más regresivo porque pagan más los más pobres. Otro éxito del progresismo.

 

(*) Agencia DYN