Cuando se creía que el matrimonio presidencial no tenía capacidad alguna de promover previsibilidad, los Kirchner sorprendieron con una comunicación de la operación urgente de carótida en tiempo y forma, precisa, ordenada, poniendo al aire voceros creíbles y evitando cualquier sobreactuación.
Demostrando que aprendieron que los medios de comunicación ejercen un rol ineludible de vínculo social, que cruza edades y clases, ideologías y religiones, evitaron refugiarse en el silencio que dispara los rumores y la incertidumbre, y dejaron que se despliegue el ABC de la comunicación en tiempos de crisis, que practicaron por primera vez ayer: dar la información apenas se toma conciencia de que el boca a boca se vuelve imparable, contestar los llamados de todo el periodismo (empezando por los que en las tribunas consideran “enemigos”), ofrecer comunicados oficiales firmados por responsables pertinentes, evitar manifestaciones de apoyo, y facilitar a la opinión pública el vocero más creíble para el conjunto de la población de los sucesos. En este caso, fue el médico cirujano Víctor Caramutti, formado junto a René Favaloro.
Como resultado, los peores pronósticos que circularon en la tarde de ayer, desde el cierre de los mercados para evitar corridas cambiarias, hasta un adelanto de las elecciones, cayeron en todos los hogares que tenían encendido los canales de noticias, todos privados. Por otro lado, Néstor Kirchner tendrá el tiempo social suficiente para su recuperación y, tal vez, para redefinir los tiempos que vienen.
La vida le dio ayer la oportunidad de ponerse a tono con la demanda de la población. Pudo comprobar, por ejemplo, que los medios de comunicación se transforman en opositores a los ojos del Gobierno, exactamente en el momento en que el Gobierno se pone en oposición a los ciudadanos. Si no hubiera permitido dar información creíble en el momento preciso, los rumores hubieran invadido en la noche de ayer los portales de noticias, la televisión y la radio hubieran omitido toda referencia al asunto, los diarios al día siguiente publicarían una notita adentro de la edición bajo un título ambiguo dando cuenta elípticamente de los corrillos, los rumores hubieran agigantado su dolencia, y la noticia tomaría espacio en los diarios, llegaría a la televisión, los médicos serían entrevistados explicando las dramáticas consecuencia de un accidente cerebro vascular, y el matrimonio presidencial y sus acólitos estarían absolutamente convencidos de que una nueva conspiración asomaba y tenía a los medios como generales golpistas.
Esa dinámica, apenas se evitó con apertura informativa, profesionalismo, y sentido común. Para los K, leer hoy los diarios tendría que servir de lección. Néstor (y también todos nosotros, simples ciudadanos que venimos padeciendo sus excentricidades), como en un juego de avatares, ganó otra vida.
Hay varios ejemplos a los que podría acudir para aprender, y ganar experiencia. Por ejemplo, en el juego de Los Sims, el avatar es una persona, en Habbo Hotel es un personaje animado y en Club Penguin, es un pingüino.
Club Penguin es un MMOG (video multijugador masivo en línea, donde se participa y juega en un mundo virtual, en un entorno donde se interactúa con miles o millones de personas) creado por dos empleados de la New Horizons Products, Lance Priebe y Lane Merrifield, lanzado el 24 de octubre de 2005 con 15 mil usuarios y que fue vendido a The Walt Disney Company en agosto de 2007 por 350 millones de dólares, cuando tenía 12 millones de usuarios y 700.000 miembros pagos, que generaban 40 millones anuales.
El avatar es una máscara que el jugador elige para competir en un mundo adverso, a través de las más diversas estrategias, que –depende del juego- exigen un sistema de cooperación y horizontalidad imprescindibles para alcanzar los objetivos.
Dice José María Prieto, profesor de la Universidad Complutense, que “en Internet, el avatar es un modo de presentarte a ti mismo, de pasar sobre la pantalla tu yo ideal”. El ideal K de llegada y sostenimiento en el poder usa una máscara rígida, sorda, donde sólo hay lugar para genuflexos. Pero el avatar busca la transformación.
En las misas de anoche, cuando los sacerdotes pedían como intención por la salud del ex Presidente, no se escuchó a los feligreses decir “te pedimos señor”, y se comenta que en varias iglesias hubo jóvenes que se reían sin disimulo. No hubo en esta Ciudad de Buenos Aires ni cadenas de oración ni vecinos movilizados frente a los templos para pedir por la salud de Kirchner. Y en las radios los oyentes agotaron las líneas de teléfono con los peores deseos para el esposo de la Presidenta. Ningún medio, ni siquiera los “enemigos”, los puso al aire. El diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires tiene otra chance: puede tomarla, cambiar, o volver a desperdiciar lo que juntó con su codicia.