El senador José Juan Bautista Pampuro, presidente provisional del Senado y segundo en la línea de sucesión presidencial después de Julio Cobos, suele mostrarse de buen humor y agregarles un poco de picardía a sus comentarios políticos. En un momento en el que arrecian las presiones de Olivos para que el vicepresidente renunciara, le dijo a Cobos: “No te preocupés, Cleto, estamos trabajando todos para vos”. Una ironía, claro. Lo que le quiso decir fue: “Estamos haciendo las cosas tan mal en el oficialismo que en el afán de destruirte terminamos haciéndote la campaña para tu futuro político”.
Y mal que le pese al Gobierno, esa campaña involuntaria está dando resultados. El sábado 7, cuando Cobos ingresó al anfiteatro donde se celebraba la Fiesta de la Vendimia fue ovacionado por 30.000 personas. Dos días antes, había asistido a Expoagro y debió lidiar con una marea humana que le pedía autógrafos y fotos de recuerdo. Sin lograr que el Gobierno le deje usar los aviones presidenciales, a Mendoza había llegado en un turbohélice sin baño que tardó casi tres horas: símbolo casi perfecto de su victimización. A Theobald, Santa Fe, prefirió ir en auto por la ruta 9 y evitarse una nueva maldad oficial. Entre otras tantas, como la que le impidió hace tres semanas disponer de un avión para viajar a Tartagal antes de que llegara Cristina. O cuando le negaron la asistencia de los Granaderos a un acto que presidió en Yapeyú de homenaje a San Martín. Sin mencionar los ínfimos, pero continuos, desplantes del matrimonio presidencial.
“Cobos es un rock-star, para él es fácil porque no tiene la responsabilidad de gobernar”, se enojó el ministro de Gobierno mendocino, Mario Adaro. Las encuestas lo colocan en un increíble nivel del 60% de imagen positiva. Hasta se le atribuyó el triunfo electoral del ex radical K Brizuela del Moral en Catamarca. Rédito que le cayó del cielo: ni siquiera había hecho campaña en esa provincia, aunque Del Moral se apoyó siempre en su imagen.
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