“No hay una sola bóveda, se habla de varias más, por lo menos tres, por ejemplo la que está debajo del mausoleo Néstor”, refleja el piloto de un avión privado que suele llevar funcionarios K al sur en visitas “no protocolales”. Fue el mismo que viajó a El Calafate al otro día de la muerte de Néstor, el 28 de octubre de 2010.
Según su testimonio, los funcionarios, mientras vuelan, suelen repetir la irónica pregunta: “¿Por qué pensás que hay tantas cámaras y tanto personal de seguridad en un cementerio de Río Gallegos?”.
Tras las revelaciones de una presunta red de lavado de dinero K y de las imputaciones del empresario Lázaro Báez (entre otros) se reabrió la polémica que había iniciado hace tiempo el ex vicegobernador de Santa Cruz, Eduardo Arnold.
Tras convivir siete años con el kirchnerismo, asegura que la propia Cristina Fernández le habría mostrado en 2001, durante la construcción de su casa en El Calafate (ver fotos), el lugar donde iban a estar las cajas fuertes.
La historia refiere que las cajas provenían del Banco Hipotecario de Río Gallegos y que Néstor las compró para su propia casa, según denunció Arnold.
De hecho, circulan testimonios de algunos obreros de la construcción de esa casa –fueron más de 15– que se habrían sacado fotos con las cajas.
Cuando fueron a revelar los rollos, el dueño de la casa de revelado era, casualmente, un empresario anti K, ya fallecido. Antes de morir les dio dos copias a dos periodistas, que borraron de la imagen al obrero y, según dicen, dejaron la de la caja fuerte.
Al menos, eso explica el periodista Marcelo López Masía, que en 2007 realizó un documental para la revista Noticias donde reveló una toma de la fachada de una de ellas.
¿Existe realmente la bóveda? Se supone que la casa –hoy blindada por un cordón de árboles para que nadie pueda ver desde afuera los movimientos en su interior– cuenta con un entrepiso de forma irregular donde estarían las cajas. Un ambiente de esas características tiene que estar en los planos oficiales de la construcción.
El problema es que la documentación se encuentra en la dirección de catastro de la Municipalidad de El Calafate, donde rige un capilar y minucioso control político del kirchnerismo. “De ahí nadie saca nada sin que se enteren los K”, reflejan en la cúpula de la Gobernación de Santa Cruz, donde se quejan de no tener copia de los planos en las dependencias catastrales a nivel provincial.
Desde hace una semana hay al menos un pedido de un fiscal y de un representante del Consejo de la Magistratura para que la Justicia instrumente allanamientos en la casa de los Kirchner. Todavía no se avanzó.
Varias fuentes aseguran que hay más bóvedas. Algunas versiones apuntan a oficinas de algunas inmobiliarias. Un ex funcionario provincial recuerda que Sanfelice, Sancho y Asociados, una de las más importantes de Santa Cruz, desde donde Máximo Kirchner controlaba negocios inmobiliarios familiares, siempre manejó enorme cantidad de fondos. Existen socios que ya no se sienten tan cercanos “al modelo” y recuerdan que las bóvedas K fueron varias, secretas, y no estaban en un solo lugar.