No hay manera que el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, logre mantener el bajísimo perfil que intenta sostener pese a ocupar uno de los cargos públicos más importantes del Poder Ejecutivo. Y, aunque es uno de los pocos funcionarios que se somete a conferencias de prensa –aunque con ciertas reservas en las preguntas- el exONCCA no tiene una buena relación con los medios.
Esta vez, es él quien protagoniza el primer escándalo de 2014. Apenas comenzado el año, Echegaray se vio envuelto en una brutal agresión perpetrada por allegados a él contra un equipo periodístico del canal Todo Noticias, que había registrado su paso por la ciudad brasileña de Rio de Janeiro, adonde viajó junto a su familia y amigos para celebrar el Año Nuevo. Visiblemente incómodo, Echegaray accedió a intercambiar algunas palabras con el periodista de esa cadena, Ignacio Otero. “Era algo programado”, se excusó el titular de la AFIP para explicar qué hacía en Copacabana, en el selecto Hotel Sofitel. Qué hacía: disfrutar con un nutrido grupo la llegada del 2014, con una cena cuyo valor se estima en 990 dólares por persona.
También explicó de dónde sacó los dólares para viajar y pasear allí. “No tuve ningún problema”, reconoció, en referencia a la adquisición de esa moneda para poder viajar.
“Tengo los sistemas que hemos estructurado para que todo aquel que tenga capacidad contributiva para hacerlo, lo haga”, expresó. “Igual, consumo con tarjeta (de crédito)”, aclaró.
Lo que no explicó fue su decisión de viajar por Fly Emirates, una de las aerolíneas más selectas del mercado, contra la nacional y popular Aerolíneas Argentinas. Según trascendió, un ticket en primera clase -que es la que habría elegido Echegaray- cuesta unos 20 mil pesos. Aerolíneas, unos tres mil. Sin embargo, esa no es la única contradicción del funcionario (ni el único incidente que pone en duda su transparencia).
Adentro. En agosto de 2012, fue el propio Echegaray quien reconoció que el Gobierno prefiere que los argentinos veraneen en el país. “Se busca desalentar el giro de divisas al exterior, preferimos que se queden a veranear en el país”, sostenía. Meses más tarde, el titular de la AFIP veraneó junto a su familia en Punta del Este.
Otra suspicacia generada por su viaje a Brasil se centra en cómo logró vencer el cepo al dólar, en una suerte de “autopermiso” concedido para poder acceder a comprar divisas, mientras buena parte de la población no logra el aval de la AFIP para realizar ese intercambio. Además, pone en duda toda confianza en el intento oficialista por repatriar dólares, sea por el turismo o por el blanqueo de capitales, que lejos está de cumplir la meta de cuatro mil millones pensada por el equipo de Kicillof.
Todo a pesos. En su última declaración jurada, el funcionario reconoce tener 5.5 millones de pesos y tan sólo 44 dólares. Meses antes de que se conociera la presentación oficial de esos documentos, le regaló a su hija un Audi A1. “Lo que uno tiene bien ganado no tiene por qué retacearlo", justificó el funcionario, que ostenta un crecimiento patrimonial sorprendente: lo incrementó 81 veces en diez años.
Recargo sí o no. En agosto, Echegaray negó “categóricamente” que el Gobierno tuviera pensado aplicar mayores recargos a las compras con tarjetas de crédito en el exterior. Su palabra se hizo trizas cuatro meses después, con el anuncio de un incremento del 35 por ciento para las compras electrónicas en dólares.
En la mira. La relación entre Echegaray y la prensa opositora merece un capítulo aparte. A las demandas civiles contra los periodistas Matías Longoni y Luis Majul por “daños y perjuicios” y el desorbitante embargo de un millón de pesos impuesto a los comunicadores, se suman sus cacerías fiscales, de las que no se han salvado ni opositores ni integrantes de los tres poderes de Estado. Hasta el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, fue investigado por el ente fiscal. El episodio valió una fuerte advertencia del máximo tribunal, así como también un llamado de atención interno a sus métodos de coerción.
A otros, la AFIP “les cayó” de una manera más brutal. El último caso más recordado fue el de la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú. A su regreso de un viaje a Estados Unidos para denunciar ante la OEA los "ataques a la prensa" de parte del Gobierno, la comunicadora se encontró con una inspección en su casa, y pedidos de informes a su contador.
Como ella, sus colegas Darío Lopreite y Sergio Lapegüe, conocieron la presión de los “sabuesos”. En mayo, la AFIP realizó un desproporcionado operativo en los domicilios de ambos, bajo la sospecha de "evasión fiscal". El resultado de las inspecciones fue sugestivo: no se encontró nada.