En 2003, cuando Néstor Kirchner ganó la presidencia, y en las elecciones legislativas de octubre de 2005, en las que arrasó el oficialismo, el sector salud contribuyó más que ningún otro.
En los comicios legislativos de 2005, la cifra declarada por el kirchnerismo a la justicia electoral ascendió a un total de $578.000 provenientes de empresas, de los cuales $186.000 (32.2%) fueron aportes del sector. En 2003, los números fueron similares: de un total de $360.000 donados por firmas privadas, $125.000 (34.7%) pertenecieron a empresas de salud, según informó hoy el diario La Nación.
A propósito de este tema, la ministra de Salud, Graciela Ocaña, reconoció hoy que es "muy difícil controlar" a quienes efectúan aportes financieros a las campañas electorales, como hizo el asesinado Sebastián Forza, quien donó 200 mil pesos para la candidatura de Cristina de Kirchner. Ocaña añadió que la empresa de Forza, el laboratorio Seacamp, fue dada de baja cuando se constataron irregularidades en sus operaciones.
El principal recaudador en las tres campañas electorales fue el titular de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), Héctor Capaccioli, hombre de confianza del ex Jefe de Gabinete, Alberto Fernández. El organismo que comanda Capaccioli es el encargado de supervisar las obras sociales y otros agentes encargados de las prestaciones del sector.
El estrecho vínculo entre el Gobierno y las empresas de salud quedó evidenciado el 14 de este mes, cuando se confirmó que la empresa del acribillado Sebastián Forza había aportado a la campaña presidencial.
Las revelaciones que se sucedieron a partir del triple crimen de General Rodríguez mostraron una trama compleja que vincula a las empresas que financiaron las campañas electorales con el tráfico de medicamentos.
Baires Med, también de Forza, formaba parte de una red que falsificaba y traficaba remedios para la hemofilia. Droguería Unifarma, que donó $160.000 para la campaña de Cristina Kirchner, participó también de esa maniobra ilegal.