El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, sigue reclamando por una causa que prescribió hace unos 45 años. Es contra Rodolfo Williner, un amigo de la infancia que le rompió un diente del maxilar superior, un incisivo central.
“Este me rompió el diente. Fue luchando”, dice el cortesano mientras apunta a Williner con el dedo índice derecho y se lleva el izquierdo a la boca. Ambos compartieron juntos la primaria y la secundaria. “Pero fue sin querer”, se defiende el hombre que le partió la boca al hombre que por estas horas irrita la débil sensibilidad del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Lorenzetti expone el hecho: “Fuimos a comprar un libro en una librería de usados y compramos uno de judo para aprender. Nos pusimos a hacer tomas de judo y yo lo agarraba a él y después intercambiábamos. Y cuando le tocó a él me agarró y me largó de golpe. Teníamos unos diez u once años”.
La deuda jamás pudo pagarse. “El otro día me lo cambiaron y lo llamé para decirle que le iba a pasar la factura”, se queja el juez de la Corte. El pasado judoca de Lorenzetti fue como un relámpago. En la escuela secundaria se abrazó a una pelota de rugby, la pasión lo llevó a vender empanadas para poder tener, junto a sus amigos, su propio club. Willinder dice que su amigo Ricardo “siempre fue un buen líder”. Recuerda que “en la escuela fue abanderado. Siempre que había que plantear algo lo mandábamos a él. Le decíamos: Habla vos”.