"Lo que pasa en Il Matterello se queda en Il Matterello", reza la tarjeta manuscrita que reparte una de las dueñas del bodegón de comida italiana de La Boca a varios de los funcionarios porteños que llegan algunos mediodías, sobre todo los del cercano Ministerio de Seguridad. Mauricio Macri lo descubrió cuando fue presidente de Boca y Gabriela Michetti disfruta de sus risottos y pastas caseras con tomate, albahaca y oliva.
Los funcionarios que deciden el destino de los porteños y los del Gobierno nacional son bastante religiosos en su liturgia gastronómica. Cuando descubren un lugar que les ofrece privacidad, buena comida y cercanía a su trabajo, no dudan en convertirlo en su segunda oficina.
Quizá el mejor ejemplo sea Tabac, el histórico café de Libertador y Coronel Díaz: desde hace casi una década, el jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, organiza desayunos de gestión allí. Tiene reuniones con funcionarios y el bar comenzó a abrir veinte minutos antes sólo para recibirlo. A pocos metros, sobre Libertador, está Dandy, otro restó que también reúne a muchos funcionarios porteños como el jefe de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco, que sorprende a los comensales cuando aterriza rodeado de cuatro custodios. Ahora Larreta mudó su oficina a Cero, el bar de Libertador y Tagle, cercano a su nuevo departamento.