Daniel Osvaldo Scioli es un hombre con fama de superviviente, no sólo por haber vivido un dramático accidente en el off shore; sino por su forma de hacer política que lo mantiene desde 1997 en el candelero.
Sus comienzos con Carlos Menem como diputado por la Ciudad de Buenos Aires, su gestión en Turismo y Deportes en la era Duhalde y su rol en la fórmula presidencial que llevó a Néstor Kirchner a la Casa Rosada son ejemplos de su forma de hacer política; siempre conciliadora con sus ya célebres muletillas de “trabajo” y “optimismo”. Postura que no lo redime de cuestionamientos de debilidad, que caen sobre él en forma permanente.
Puesto por los Kirchner como gobernador de la provincia de Buenos Aires a pesar de su vocación de convertirse en jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sigue mantenido su tono a pesar de las reiteradas embestidas de la Casa Rosada.
Ataques que fueron una constante en su rol de vicepresidente, y que se hicieron más notorios cuando a principios de la gestión habló de la necesidad de rever las tarifas de los servicios públicos y fue desautorizado. Como jefe del Senado corrió igual suerte ya que Cristina de Fernández de Kirchner, primero representando a Santa Cruz y luego a la provincia de Buenos Aires, se encargó de dejarle claro quiénes mandaban. En el marco del Congreso por la reorganización del Partido Justicialista, Alberto Fernández intentó dejarlo afuera. Por expresa orden de Néstor Kirchner en un gesto poco habitual, el motonauta terminó encabezando el PJ bonaerense.
Ya como gobernador en La Plata, sus días en el freezer de la mesa chica gubernamental parecen tener un impasse porque él es el único que siempre ha mantenido el diálogo con todos los sectores (dentro del país y fuera de él). Su virtual rol de canciller fue uno de sus fuertes en la vicepresidencia ya que ese papel no calzaba a Néstor Kirchner. En los pasillos del Palacio San Martín se comenta que los embajadores esperaban que estuviese él para presentarle sus cartas credenciales y evitar plantones por parte del Presidente.
Hoy, el motonauta aparece como el mediador entre la crisis con el campo a pesar del ofrecimiento de varios gobernadores, intendentes y referentes de otros sectores.
Tras una reunión que mantuvo ayer en la Casa Rosada con la Presidenta y que se extendió por 40 minutos, dijo a Clarín "Lo que le pedimos a los dirigentes ruralistas es un cambio de actitud". Con la postura del gobierno sin cambios en puerta, pidió que se levanten los cortes como “señal” para dialogar y se contactó con las principales entidades. Su papel en este conflicto podría ser determinante no sólo para el país si no para su propia carrera política.