“Es Santiago”, con esa frase, Sergio Maldonado, hermano mayor de Santiago, confirmó ayer que el cuerpo encontrado el martes en las aguas del río Chubut es el del joven desaparecido el 1º de agosto en medio de un violento desalojo a manos de Gendarmería. Y a esa fuerza volvió a apuntarle ayer al señalar, en la puerta de la morgue: “Esto no quita que el responsable es Gendarmería lo cual nosotros seguimos investigando”.
El resultado de la autopsia, que continuaba realizándose al cierre de esta edición con la presencia de los abogados y peritos de las partes junto a los médicos del Cuerpo Médico Forense, se convertirá en el puntapié inicial para reconstruir qué pasó con Santiago y el grado de responsabilidad que le puede caber a la fuerza y a sus miembros.
Desde el inicio del caso, Gendarmería negó la detención de Santiago, al tiempo que sumó contradicciones que no hicieron más que ponerla bajo la lupa de los investigadores y dejar abierta la posibilidad de que el juez decida citarlos a indagatoria. Desde negar haber entrado con armas al territorio y haber llegado hasta la orilla del río a admitir haberlo hecho y haber disparado, fueron algunos de los puntos que se fueron sumando a lo largo de estos casi tres meses de búsqueda.
A mediados de septiembre, un mes y medio después de la desaparición, declararon de forma testimonial varios gendarmes que participaron del operativo. Entre ellos estuvo el cabo Darío Rafael Zoilán, del escuadrón 36 de Esquel, quien declaró que el día del desalojo, al llegar a la pendiente donde empieza el río Chubut, hizo dos disparos al suelo y aseguró que entonces todavía no había visto a dos miembros de la comunidad mapuche que después divisó cruzando el río.
El mismo día que él, también declaró el alférez Emmanuel Echazu, hasta hoy el único imputado en la causa, luego de que él mismo se presentara de forma espontánea, para ponerse a disposición en la causa con un abogado defensor. Fue luego de que se conociera públicamente que la fiscal del caso, Silvia Avila, había pedido peritar una imagen en la que se ve su cara ensangrentada. La foto lo ubica a la vera del río, cuando en su versión inicial aseguró había sido herido al costado de la ruta. “Hay circunstancias que no se comparecen con sus dichos”, dijo entonces el Defensor Oficial de Esquel, Fernando Machado en declaraciones a los medios.
Poco después de comenzado el caso, Juan Pablo Escola, jefe del Escuadrón 36 de Esquel, dio una entrevista al diario Clarín en la que negó que hubiera habido efectivos con armas 9 mm, aquel 1º de agosto en Cushamen. Su contundencia chocó con el testimonio, en sede judicial, de dos conductores de camiones de la fuerza. Allí explicaron que iban armados con ese calibre y que eso era posible por reglamento.
Los testimonios de Zoilán o Echazu, entre otros, también lo dejaron en jaque. Ambos relataron que estuvieron cerca de las aguas del Chubut, donde el primero incluso disparó. “Quedamos a varios metros de la costa del río, pensé que podían sorprendernos, no los veíamos. No alcanzamos el río. Ordené el repliegue hasta la zona de la casilla, en la entrada del predio”, había dicho Escola.