“Vivo en Laferrere, en el asentamiento El Tambo, en un lugar terrible, señores, terrible. Ahí paso mis días desde hace treinta años y no soporto más tanta mentira”, se enojó, a los gritos, Luis D’Elía en el programa Intratables el último lunes, al denunciar el avance de la droga.
En realidad, El Tambo no pertenece a Laferrere sino a Isidro Casanova, localidad de La Matanza, el distrito más poblado del país. En 1985, cuando era todo campo, cientos de vecinos, entre los que se encontraba D’Elía, ocuparon las tierras fiscales y construyeron allí sus viviendas.
Los vecinos coinciden con el piquetero: “Acá la droga está matando a todos los pibes”, repiten. Son las cinco de la tarde sobre la esquina de Marconi y Coronel Isleños y se empiezan a vender las tortillas con chicharrón por $ 10 para acompañar el mate. Su vendedora cuenta que es prima de Alicia Sánchez, mujer de D’Elía. A pesar de su parentesco y de que vende sus tortillas a pocos metros de la casa del dirigente social, no tiene relación con ellos. “Acá sólo estamos en las manos de Dios, es el único que nos cuida”, explica su marido.
Interrumpe la conversación Sebastián. “Yo soy compadre y lo conozco de hace tiempo; él dice que odia a la gente con guita y él está forrado en guita, ya por acá ni se lo ve, está en Cañuelas”, cuenta. En 2012, el programa Periodismo para Todos, de Jorge Lanata, mostró la casa quinta con pileta y cancha de fútbol que el piquetero se construyó en esa localidad.
En el barrio, nadie vio el programa Intratables por el que Luis D’Elía se ganó la atención de los medios en la última semana, cuando acusó de “Zabeca de Banfield” a Eduardo Duhalde y lo vinculó al avance del narcotráfico.
—D’Elía mencionó El Tambo como un barrio terrible. ¿Hay mucha droga?
—Sí, ¿y él qué hace para que no sea así? –responde Angel, sentado en un bar frente a la casa del dirigente social.
“Acá la policía no entra aunque nos estemos matando; a pesar de los reclamos no tenemos gas, las calles se inundan, ¿y él dónde está?”, dice Angel señalando la vivienda de D’Elía, que mantiene sus persianas cerradas. “¿Pero qué más le vamos a pedir? Hace muchos años, gracias a él conseguimos el asfalto de la calle”, replica Mariano.
“En estas cuadras sólo se consume marihuana y cocaína, acá no dejamos que se consuma la pasta base”, dicen mientras comparten una cerveza. Sin embargo, a tan sólo tres cuadras, donde se termina el asfalto y las viviendas de cemento pasan a ser casillas de madera, la pasta base, conocida como “paco”, es la droga más utilizada.
A la vuelta de la casa de D’Elía, sobre la calle Andalgalá, cuatro chicos se juntan a fumar marihuana. “Nos levantamos y vamos a desayunar a la esquina”, dicen a PERFIL. No estudian ni trabajan. “Mi mamá no me deja hacer ninguna de las dos cosas”, dice uno y se ríen entre ellos. “Este no es el barrio de D’Elía; la única vez que ayudó fue hace varios años: cuando el granizo destruyó varias casas, repartió tres chapas”, recuerdan.
—¿Tienen a alguien que los ayude si quieren dejar la droga?
—Por ahí a algún familiar, pero en el barrio no hay nada. No lo veo a Luisito saliendo a la puerta a ayudar a los pibes –dice Patricio.
A pocos metros, Patricia improvisó un almacén en el living de su casa y atiende a través de una ventana enrejada. “Lo conozco a D’Elía por la televisión”, cuenta. “Por acá no hay ningún centro de rehabilitación. Lo único que funciona es el centro comunitario Unidad, que es de apoyo escolar, y no tiene ninguna ayuda política”, cuenta.
Mientras Ana baldea la vereda, señala a otro grupo de adolescentes que fuman marihuana frente a su casa. “Acá, si querés sacar a tu pibe de la droga, no tenés ayuda ni de Luis ni de nadie”, se enoja, aunque aclara: “Con D’Elía no tenemos ningún problema, es un vecino más”, y también reconoce que gracias a él tiene su cuadra asfaltada.
PERFIL golpeó el jueves la puerta de su casa para recorrer el barrio junto a él, pero no encontró a nadie. Ayer, se descargó por Twitter: “Vino @perfildiario toco la puerta sin convicción,no hay timbre,hablo con los vecinos,querían q hablaran mal de mi,le fue mal @Fontevecchia”, se enojó el dirigente social cuestionado por sus propios vecinos.