“No soy una pituca estúpida”, dijo una de las vecinas, a los gritos, frente a las cámaras de televisión. “Pero no puede ser que si queremos hacer un evento, vengan éstos a arruinarlo”, agregó.
La señora, de alrededor de 60 años y residente de la calle Quintana, no era la única indignada por la movilización organizada por el dirigente del Movimiento de Jubilados y Desocupados (MIJD), Raúl Castells, en pleno corazón del barrio de Recoleta.
A ella se sumaban los cientos de personas que, mientras intentaban cruzar el cordón policial que impedía la llegada de Castells al escenario central del Alvear Fashion and Arts, protestaban por lo “incómodo” de la protesta del líder sindical. “Justo acá, es una vergüenza”, decían, indignados.
Otros, más comprensivos, decían entender las razones del reclamo, pero no lograban comprender por qué hacerlo justamente en el marco del evento. "Castells viene aquí a reclamar, pero la Ciudad tienen derecho a hacer un evento de este tipo", dijo Graciela, a quien le pareció que hubiese sido más justo protestar frente a la Casa Rosada.
Sin embargo, la vecina resaltó que le llamó la atención la fuerte presencia policial. “Si hubiese sido D’Elía, quiero ver si lo reprimían así”, dijo.
A otros, sin embargo, la presencia de la Policía les pareció “bárbaro”. “Ustedes se van a ir al cielo, lo tienen ganado”, les dijo una vecina a los efectivos, mientras, ininmutables, se mantenían en fila para evitar el paso de Catells y sus seguidores. “Yo rezo por ustedes todas las noches”.
No faltaron tampoco los que, entre risas, hablaron del contraste entre el evento central del Alvear Fashion and Arts y la esquina de Callao, ocupada por el MIJD.
Y los que, más descontracturados y con copa de champán en mano, se animaron a las torta fritas de los piqueteros