“Lo de Moyano nos ayudó para frenar la caída”. La frase es escuchada en un despacho de la Casa Rosada, en donde están convencidos de que el derrumbe en la imagen de la gestión de Mauricio Macri alcanzó su piso, luego de los diez puntos de merma sufridos a fin de año con la sanción de la reforma previsional. El camionero todavía no se había subido al escenario, pero ya tenerlo en el ring como contendiente, con denuncias judiciales y mediáticas arrinconándolo, era una buena noticia para el Gobierno.
La lógica que perciben en Cambiemos es que la pulseada con Moyano los ayuda a reconciliarse con los votantes propios que se mostraban disgustados por las dificultades económicas y por el ruido político, sobre todo el generado por funcionarios que pusieron en tela de juicio el discurso de la transparencia. Los casos de Jorge Triaca, Luis Caputo y Valentín Díaz Gilligan, a diferencia de Moyano, son mirados con mayor preocupación.
¿Hay coincidencias entre los encuestadores en que se frenó la caída de la imagen del Gobierno? Sí, así lo muestran la mayoría de los sondeos que se fueron conociendo en las últimas horas. ¿Hay coincidencias en que la pelea con Moyano fue clave? No, ahí aparecen diferentes interpretaciones.
Para Alejandro Catterberg, de Poliarquía, Moyano no es el factor que explica el freno en la caída, aunque aclara que “es un excelente enemigo” para el Gobierno. “Es el dirigente político sindical de peor imagen en el país. Tiene el récord de que en todos los sectores sociales tiene mala imagen”, analiza. Según sus cifras, el apoyo al Presidente subió de 48% a 49% en el último mes.
En el mismo sentido opina Valentín Nabel, de Opinaia. “Antes la tenían de rival a Cristina, pero como se retiró de la escena ya no había nada. Claramente buscaron otro rival, y Moyano les viene genial”, aseguró. Su consultora difundió esta semana un sondeo nacional que muestra el apoyo al Gobierno en 42%, idéntica cifra que la de enero. “Zaffaroni y Hebe también, pero el primero no es conocido y la segunda a nadie le importa ya lo que dice, en cambio, mostrás la lujosa quinta de Moyano y ya lo desacredita”, agrega.
Pero no todos ven determinante el factor Moyano en el cambio de tendencia. Aresco fue la primera consultora en marcar el derrumbe de diez puntos del Gobierno en diciembre. Su director, Federico Aurelio, aclara que ya en enero notaron que se había frenado la caída. “No es por Moyano, la caída de diciembre fue fuerte y no hubo motivos suficientes en enero para que siga cayendo”, sostiene.
Es que en el balance general, Macri tuvo ante sus ojos un verano con altibajos. Cayó fuerte con la reforma previsional (a los funcionarios les gusta decir que fue una “inversión”), y tuvo que afrontar disgustos con sus ministros. Pero pudo salir adelante y cambiar la agenda con el decreto antinepotismo, el despido de Díaz Gilligan (tres días tarde) o la más reciente, y todavía no alcanzada por las mediciones, decisión de abrir el debate legislativo sobre la legalización del aborto.
Para Facundo Nejamkis, de Opina Argentina, “es muy prematuro” asignarle a Moyano la responsabilidad de la nueva situación del Gobierno ante la opinión pública. En enero ya habían mostrado un mínimo repunte en la imagen gubernamental (3 puntos), pero ahora esperan a ver los números de febrero para consolidar el escenario de cambio de tendencia.
Catterberg también aclara que la pelea con Moyano “sirve mientras que el conflicto no escale”. Si se profundiza la pelea, con protestas todas las semanas e incluso la vida cotidiana afectada por problemas de abastecimiento o de acumulación de basura, por usar unos hipotéticos ejemplos, la balanza se puede inclinar para el otro lado y Macri puede empezar a pagar costos por una situación que se le puede ir de las manos.
En el medio, para Nabel se incluye otro factor que le sirvió al Gobierno para respirar un poco más tranquilo: Chocobar. “En términos de imagen fue un éxito. Le permitió a Macri correr el eje de la economía (jubilados, tarifas e inflación) a la seguridad”, describió. Y concluyó que entre los votantes kirchneristas, excepto los más ideologizados, el discurso de mano dura también penetra.
Para Ricardo Rouvier y Analogías también hubo un freno en la caída. El primero, detectó una suba de apenas del 0,5% (dentro del margen de error), mientras que el segundo notó una leve caída, pero “en cuenta gotas”. “Es difícil que siga cayendo, ya sería penetrar en su núcleo duro de votantes”, afirman desde Analogías.
Dos luces amarillas quedan para el Gobierno. La imagen negativa sigue siendo más alta que la positiva, aunque el consuelo es que ningún opositor capitaliza ese descontento. Y las expectativas económicas siguen en baja: son cada vez más los que empiezan a reclamarle resultados a Macri.