El inefable Alberto Fernández, jefe de Gabinete de Cristina y Néstor Kirchner, no es superticioso pero teme que algo de eso pueda haber cuando se dice que el martes 13 es yeta. Hoy quiso levantarse con el pie derecho, pese a la fecha, pero no pudo ni con ése ni con el izquierdo. Una fiebre galopante lo retuvo entre sábanas, en su departamento de Puerto Madero.
Vapuleado por varios sectores internos que le comienzan a cobrar su soberbia surgida en el 2003, el jefe de Gabinete padece de una baja acentuada de las defensas, aunque no así de la autoestima. Sus amagues de renuncia que lo llevaron una y otra vez a aclarar que eran "una mentira total" cuando saltaban a los medios, tiene una explicación clara: desde que el gobernador Das Neves pidió su cabeza, todos interpretan que la invulnerabilidad de Alberto F. pasó a ser un mito.
Este martes 13 amaneció afiebrado, con el cuerpo dolorido y los ojos llorosos, que no pudo aliviar con dosis abundantes de Paracetamol. Eso sí, puede quedarse tranquilo que la retahíla de errores del Gobierno no son sólo culpa suya; aún si su presencia, el oficialismo sigue equivocándose en el rumbo.