“Hay que decir poco”, le repiten a Sergio Massa. En las últimas semanas, el líder del Frente Renovador bajó el perfil y seguirá así hasta que sea el momento de meterse en la batalla electoral. El giro en sus maratónicas apariciones públicas responde a que en su entorno ven un crecimiento de un sector de la “antipolítica” que no sólo afecta al Gobierno y al peronismo, sino también al propio Massa , a quien los votantes tampoco le tienen confianza.
“Sergio salió del rol de estar opinando de todo y eso hizo mejorar su imagen”, asegura un hombre del diputado. Seguidores de las encuestas creen que la estrategia de salir de los medios está funcionando y su imagen negativa está en baja.
En el Frente Renovador ven que la pelea entre el Gobierno que acusa de corrupción al kirchnerismo y el avance en la Justicia de causas no sólo de ex funcionarios, sino también de dirigentes de Cambiemos, está haciendo crecer a un sector de la sociedad que descree y repudia a los políticos, quienes pierden adeptos. “Massa no escapa a esto, la gente no quiere escuchar ni a los políticos peleando, ni diciendo de quién es culpa lo que sucede. Prefiere apagar la televisión a escucharlos”, asegura un legislador de su espacio.
El ex candidato a presidente no puede evitar generar desconfianza en un sector de la sociedad. Cada vez que hace un movimiento político o simplemente se fotografía en determinadas circunstancias, el electorado cree que lo está haciendo para su conveniencia. Esto discutió su equipo incluso durante su viaje a Israel. “Si otro político se fotografía en el Muro de los Lamentos, está todo bien, pero si lo hace Massa, es ‘ventajita’”, repitieron. Ese apodo que le puso el presidente Mauricio Macri tocó su principal debilidad. Desde su entorno, aseguran que salir de escena también le está sirviendo para revertir esto. De ahí que las últimas recorridas en los distritos fueron sin difusión pública.
Números. En el Frente Renovador rechazan la polarización entre el Gobierno y el peronismo al asegurar que se trata de una construcción de los medios, y confían en que está lejos de lo que sucederá con los votos en agosto. Aunque admiten que ya no pelearán el primer lugar y hasta pueden quedar terceros, prefieren hablar de una elección ajustada de tres tercios, en donde ya hacen cuentas y aseguran que no perderán nada de lo obtenido hasta ahora.
“Acá no hay segunda vuelta, por lo que el reparto de bancas será equilibrado entre las tres fuerzas”, confía un diputado nacional mientras desglosa porcentajes. En esta elección, Massa renueva en el Congreso y en la Legislatura bonaerense todas las bancas que obtuvo en de 2013. En aquel entonces, el diputado sacó un 43% imposible de repetir, pero hay un dato que los deja tranquilos: desde ese entonces perdió varios diputados nacionales y legisladores provinciales que se fueron a otras fuerzas. Por ello, para conservar el poder político que hoy tienen, desde su entorno aseguran que el número que hay que alcanzar es el 30% (en la primera vuelta de 2015 el FpV sacó el 36%, Cambiemos el 35% y Massa 21%). Se entusiasman con poder tocar ese número con la inclusión de Margarita Stolbizer, que en la Provincia aportaría entre un 3% y un 5% claves.
“No importa quien gane o pierda en una distribución pareja”, se resignan en el massismo y concluyen: “Si logramos conservar lo que tenemos, Massa va a ser uno de los dirigentes políticos con mayor capital político del país y eso lo pone en la mesa de discusión de cualquier interna de cara al 2019”. Esa interna, ya no descartan que sea la del peronismo. n