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Mini-corrida, mini-crisis... mini-país

La mini-corrida financiera de los últimos días no sólo produce efectos monetarios sino que deja dura secuela sobre algo intangible: la confianza.

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La mini-corrida financiera de los últimos días no sólo produce efectos monetarios sino que deja una secuela muy dura sobre un elemento intangible: la confianza. Aunque previsible, esta mini-corrida pone al desnudo las debilidades del modelo y deja a la vista una mini-crisis de gabinete y un desgaste de gran consideración.

Sin embargo, y a pesar del buen momento para los bienes exportables de la Argentina, el país transita por uno de sus momentos más delicados luego del default de 2001. El conflicto con el sector rural se produjo por un claro agotamiento del modelo y fue la consecuencia de un conjunto de políticas que van a contramano del mundo y lo que es peor de los más elementales conceptos académicos.

La abrupta intervención en los mercados y la amenaza de aplicar la ley de Abastecimiento de manera irracional espanta a cualquier inversor, por la ilegalidad manifiesta. Hasta el estudiante más bisoño de Derecho sabe que esa normativa perfora las más elementales garantías constitucionales y cualquier tribunal debería fallar por su nulidad jurídica.

En medio de fuertes tensiones en el ambiente financiero internacional y ante el riesgo de una inflación mundial, la administración Kirchner continúa con sus dislates poniendo en riesgo todo el esfuerzo realizado por la sociedad desde 2001 hasta la fecha.
Lejos de ponerle freno al gasto público improductivo, el gobierno sigue en su tesis de mantener vastos sectores de bajísima o nula productividad, emitiendo moneda espuria y engrosando el debe del Erario.

La crisis del campo significó ni más ni menos que una fuerte señal del hartazgo que manifestó la sociedad frente a semejante política.
La consecuencia de años de despilfarro de recursos se traduce ahora en una inflación que cabalga al galope y que amenaza con alcanzar registros fuertes, a medida que se intensifique velocidad y la aceleración de la circulación monetaria.

Esta mini-corrida no sólo tiene su correlato sobre el valor del dólar -3,25 pesos en el circuito informal-, sino también sobre la fuga de capitales que cada día se manifiesta de manera más ostensible. Fuertes liquidaciones de carteras de títulos de la deuda pública, una misma tónica se traduce en los portafolios de acciones donde las ventas marcan el ritmo y una propensión a formalizar coberturas y tomas sobre valores en el exterior.

Todo estos movimientos configuran la antesala de una adecuación de variables macroeconómicas que permitirían una supervivencia del modelo, con ajustes que tendrán cada vez mayor frecuencia hasta la extinción del sistema. Si algo le faltaba a este traumático proceso es un contexto político turbulento que se traduce en una mini-crisis de gabinete.

El estancamiento de las negociaciones con el campo pone de relieve los cortocircuitos y chisporroteos en la Casa Rosada. Desafíos constantes sobre la potestad de ministros y secretarios, disputas de palacio entre ministros y un poder político que no respalda y aparece amenazado por la dinámica de la crisis económica.

¿Cómo podrían los gobernadores, intendentes, diputados y senadores mantenerse indemnes frente a las secuelas que dejaría la crisis del campo sobre las economías del interior? La suba en las retenciones y los cierres a las exportaciones de trigo, maíz, leche y carne son la otra cara de la moneda de un modelo económico que se autofagocita y que avanza hacia otra debácle.

Ya se han perdido mercados para lácteos y carnes y ahora la amenaza se cierne sobre los tradicionales destinos del trigo, como lo es Brasil y el norte de Africa, países que han considerado comprar el cereal a otros proveedores si persiste el cierre de ventas.

En los hechos, y a pesar de un mayor superávit comercial, la balanza muestra una menor cantidad de colocaciones argentinas en el exterior, solo compensada por los aumentos de precios de los granos en el último año. Para tener en cuenta, el trigo aumentó en los últimos doce meses, 67 por ciento, el maíz, 43 pct, el girasol, 95 por ciento y la soja 40 por ciento. Sin crédito, sin inversiones, con menores ventas externas, con inflación, con tensión social y con serios problemas de infraestructura, la Argentina amplifica su aislamiento y reduce a la nada su dimensión.