Un odio visceral que no puede contenerse. Un modo de reaccionar violento y confrontativo hacia el que piensa distinto. Aunque encabezan causas totalmente opuestas, luchas ideológicas y políticas completamente incompatibles, las formas de actuar de Cecilia Pando y Hebe de Bonafini parecen ser casi las mismas.
Una es mujer de un militar retirado y presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos de la Argentina (AFyAPPA). La otra es madre de dos desaparecidos durante la dictadura militar y presidente de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Cecilia Pando es esposa del mayor retirado Pedro Mercado y presidenta de AFyAPPA, que considera presos políticos a los militares y personal de las fuerzas de seguridad procesados por por su participación en la represión ilegal durante la última dictadura militar.
Hebe de Bonafini lleva el reconocido pañuelo blanco, máximo símbolo de la lucha por los derechos humanos durante la dictadura, luego de que dos de sus hijos desaparecieran durante aquellos años. Tras el retorno de la democracia, su objetivo fue el enjuiciamiento y la condena de los represores.
Pando se hizo conocida en Argentina por defender al obispo castrense Antonio Baseotto, que había sido relevado de su cargo por el entonces presidente Néstor Kirchner luego de que dijera que al entonces ministro de Salud Ginés González García había que tirarlo al mar, por repartir profilácticos entre los jóvenes y declararse a favor de la despenalización del aborto. Actualmente, opera buscando la libertad de los encarcelados por la Justicia.
La militancia de Bonafini comenzó en 1977 junto al pequeño grupo que reclamaba en Plaza de Mayo por la aparición de sus hijos. Durante la década menemista peleó por la derogación de los indultos y contra el modelo neoliberal, y su lucha tomó un cariz más político: cruzó las fronteras, apoyó al ejercito zapatista, a las FARC y a la organización separatista vasca ETA. En 2001, festejó el atentado a las Torres Gemelas, nunca ocultó su adoración por el cubano Fidel Castro y se volvió fanática del venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales.
En marzo de 2006, una Pando sacada interrumpió el discurso presidencial por el Día de la Mujer. En mayo fue partícipe en una marcha para apoyar el juramento como diputado nacional de Luis Abelardo Patti, con causas abiertas por presuntas torturas cometidas durante la última dictadura militar. Y también buscó una plaza como ícono de su lucha: realizó varios actos en la Plaza San Martín para recordar a los militares muertos por la subversión. Ese mismo año, en un acto por el Día del Ejército, volvió a interrumpir un discurso de Kirchner cuando éste decía no tenerle miedo a las Fuerzas Armadas.
El 25 de mayo del 2003, el día de la asunción de Néstor Kirchner, Hebe de Bonafini comenzó a sentirse a sus anchas con el Gobierno, el mismo que Pando critica por su “memoria hemipléjica” respecto de lo sucedido en la década del '80.
El conflicto del Gobierno con el campo llevó a Hebe a gestos extremos: pidió que se le revocase la personería jurídica a dos entidades rurales por sus reclamos y hace poco más de un mes clamó por represión, “palos y gases” al campo, al que acusó de promover un Golpe de Estado.
Esa misma violencia e intolerancia, pero con otro condimento, se vio hoy en el rostro y actitudes de Pando, cuando amenazó al secretario de Derechos Humanos Luis Eduardo Duhalde durante la condena de represores en Corrientes. “¡La vas a pagar Duhalde!”, gritó desaforada ante las cámaras de televisión. Luego tildó de "cobardes" y "cagones" a los jueces, y dirigiéndose aparentemente hacia la diputada Victoria Donda, hija de desaparecidos presentes en el lugar, la amenazó pasándose el dedo por el cuello, a modo de señal de degüello.