"Larrata está adentro". Con esa frase, los kirchneristas que le "hacían el aguante" a Cristina Fernández de Kirchner en las puertas de la Fundación Favaloro, se enteraron que el periodista Jorge Lanata estaba internado en el mismo complejo de salud que la Presidenta.
Ya había pasado más de una hora desde que los canales de noticias informaban que el conductor de Periodismo Para Todos ingresó al Favaloro tras una complicación. Allí, un centenar de militantes K permanecían en silencio, hasta que José, un convocado, informó a un puñado de presentes: "Recién me fui a tomar un café y vi por (el canal) TN que Larrata está adentro, se está muriendo, eh".
"¿En serio?, ¿se está muriendo?", le preguntaron. "Sí, no viste lo que hace, vos lo ves y te das cuenta que se está muriendo", replicó el hombre de cincuenta años, y agregó: "No se está muriendo porque fuma, porque chupa o porque no cuida su salud, lo que lo está matando es el odio, no se puede vivir con tanto odio, lo mata lo que está haciendo".
- Perfil.com: ¿Y qué es lo que está haciendo?
- Boicotear al país todos los domingos, inventando cosas, fabulando. Fijate cómo se la mandó a guardar D'Elía con un testigo. Pero tampoco es eso lo que lo mata, lo mata el odio. Es una persona llena de odio. Y yo lo vi hoy, en TN, y está pálido, desmejorado, te das cuenta que lo mata el odio.
De esa forma, se empezó a correr el rumor entre los militantes. "La diferencia entre nosotros y Larrata es que nosotros no odiamos, él y su gente sí odian", continuó. "Y que no te sorprenda si esto de que esté acá internado sea una maniobra de Clarín. Yo de esa mafia ya espero cualquier cosa, Magnetto tiene mucho poder", esbozó.
Las agrupaciones que estuvieron durante toda la jornada en el lugar, como la Tupac Amarú, Kolina o La Cámpora, no se alarmaron demasiado por la presencia del periodista. Para los autoconvocados, en cambio, fue tema de debate durante la vigilia.
Las horas de Lanata en el Favaloro fueron pocas. Según supo Perfil.com, durante una sencilla intervención que debían practicarle al periodista surgieron complicaciones. Por tal motivo, debió ser trasladado al Hospital Británico.
Cuando la ambulancia que trasladó al periodista asomó por la calle Entre Ríos, un puñado de personas comenzó a abuchearlo. "¡Qué te vaya bien, mercenario!", le gritó uno. "¡Me decepcionaste, mamarracho, me decepcionaste a mí!", lo despidió otro.