Exceptuando Buenos Aires, el kirchnerismo se prepara para enfrentar derrotas en las principales provincias del país e incluso en la emblemática Santa Cruz. Hay un previsible fracaso electoral que tiene que ver, en algunos casos, con la fortaleza de los partidos gobernantes y las internas en el peronismo –es el caso de Santa Fe, Capital Federal y Córdoba–, y en otros, con la debilidad del kirchnerismo en los distritos que gestiona, como Mendoza. Las provincias en disputa representan más del 30% del padrón, por lo que, para mantener el equilibrio ante esas derrotas, el oficialismo deberá hacer un muy buen papel en Buenos Aires.
Estas provincias siempre han sido territorios hostiles para el kirchnerismo. Por eso, a lo que apuesta el Gobierno es a reducir el impacto al mínimo posible. Para impedir la catástrofe en Santa Fe, Cristina Kirchner ordenó sacar de la cancha al diputado Agustín Rossi, que pretendía renovar su banca. Rossi es despreciado por los intendentes y su salida (fue designado ministro de Defensa) logró la unidad del peronismo. Los K llevarán como principal figura en la lista de diputados al ex gobernador Jorge Obeid, con quien aspira a obtener en el mejor de los casos el segundo puesto. Ese distrito elige nueve diputados nacionales, y el oficialismo pone en juego su única banca, la de Rossi.
En Córdoba, las expectativas giran en torno a un segundo o más bien tercer puesto. El Gobierno propone como candidata a la ex rectora de la Universidad Nacional de la provincia, Carolina Scotto, que en las mediciones más optimistas se ubica con un 15% de intención de voto. En Capital Federal, que representa el 10% del padrón nacional, el Gobierno avizora una elección de tres tercios: es decir, tres candidatos con una cantidad similar de votos. Llevará como postulante a senador a Daniel Filmus –que compitió dos veces por la jefatura de Gobierno y perdió– y suenan varios nombres para la lista de diputados nacionales, entre ellos, el de Juan Cabandié, hoy legislador porteño. La esperanza de los K es que otras listas –como la de UNEN– le roben votos al macrismo, para achicar la brecha.
En Mendoza se impuso la estrategia del vicegobernador Carlos Ciurca y el candidato K será el intendente de Guaymallén, Alejandro Abraham, que no tiene buena imagen. Mide lo que mide el peronismo: no más de veinte puntos. Abraham fue candidato por la ausencia de figuras: nadie quería exponerse a ser derrotado por el radical Julio Cobos.
En Santa Cruz, que elige tres diputados nacionales, el kirchnerismo propone, entre otros, a Mauricio Gómez Bull, legislador provincial de La Cámpora y hombre de confianza de Máximo Kirchner. Pero puede morder el polvo de la derrota a manos del radicalismo. No hay relación con el gobernador Daniel Peralta, que lleva su propia lista, y que podría arrebatarle el segundo lugar al Gobierno nacional. En La Pampa, el senador Carlos Verna impidió que el kirchnerismo tuviera sus propios candidatos, porque con la rienda del PJ no se inscribió para las elecciones. El FPV en esa provincia no tiene personería jurídica.