Hacía meses que el Gobierno sospechaba que diciembre iba a ser un mes de alta tensión política: esperaban tomas, saqueos y conflicto social en las provincias, parte del Conurbano y en el sur de la Ciudad. Pero no pronosticaban el múltiple acuartelamiento de las fuerzas de seguridad que se disparó esta semana en varias provincias.
Después de perder las elecciones, y a medida que el receso de Cristina profundizaba la tensión en el Gobierno, con fuertes internas entre ministros, las áreas encargadas de la seguridad articularon el Operativo Nochebuena. Una serie de medidas para tratar de evitar tomas y saqueos antes de las fiestas.
El Ministerio de Seguridad nacional destinó 50 especialistas en “inteligencia criminal” en el Conurbano para trabajar en las zonas de mayor conflicto, sobre todo en los barrios cercanos a las villas. Investigan si hay movimiento entre los punteros de los barrios más pobres. Otro equipo de especialistas se enfoca en seguir todo lo que se publica en redes sociales –Facebook y Twitter–, mensajes en foros de internet y comentarios en páginas web para tratar de anticipar convocatorias a saqueos o tomas.
Otro ejemplo: esta semana se implementaron vuelos en helicóptero con cámaras térmicas –las que detectan la presencia humana por el calor corporal– sobre zonas de la provincia donde se esperan conflictos. Así, durante la madrugada o la noche es posible monitorear movimientos sin que haya luz.
Memoria del saqueo. Ayer a última hora la preocupación más importante del Gobierno apuntaba a Rosario. La sospecha es que la protesta de los efectivos de la Policía podría ser una puerta de entrada directa para que el conflicto se replique en la provincia de Buenos Aires. El Gobierno tuvo que desplegar en pocas horas 1.500 gendarmes y 380 prefectos en Santa Fe, a pedido del gobernador Antonio Bonfatti, que se suman a los 1.200 todavía operativos en Córdoba.
El fin de semana dejó un saldo de 10 mil uniformados entre Gendarmería, Prefectura y otras fuerzas desplegados de emergencia y en pocas horas en todo el país para evitar que se profundice la tensión en las calles y neutralizar cualquier fantasma de 2001. “La situación es crítica”, reconocían en el Gobierno.
La logística para desplegar efectivos no es simple. Transportarlos lleva varias horas porque una fuerza “antitumulto” de 2.000 efectivos –que interviene en saqueos o tomas– se mueve con equipos de campaña, llevan 20 colectivos, 200 camionetas para patrullar, camiones para detener a sospechosos, armamento, equipo y comida para todos. El Gobierno ya empezó los movimientos para que estén en alertas los destacamentos de Santiago del Estero, Ezeiza, La Pampa y Córdoba con una orden clara: si es necesario, reprimir.
“No fue un estallido social lo de Córdoba, lo armaron para extorsionar a De la Sota y después de eso la policía se dio cuenta de que puede seguir apretando a la clase política”, se enoja un funcionario, con rango de ministro, que esta semana estuvo con Cristina en Olivos y anticipa un fin de año efervescente: “Esto recién empieza y no va a parar hasta Navidad, los conflictos van a ir creciendo hasta el pico máximo, cerca del 20 y 21 de diciembre”, advierte.
El reclamo de los policías cordobeses desencadenó esta semana un automático efecto contagio en las fuerzas de Catamarca, Neuquén, Santa Fe, Río Negro, San Juan y La Rioja. En la primera, gobernada por la kirchnerista Lucía Corpacci, terminó en un enfrentamiento entre la Policía y Gendarmería y varios heridos.
Finalmente se llegó a un acuerdo salarial. Pero los conflictos en las otras provincias siguen abiertos. Además del efecto dominó que se disparó desde Córdoba, las decenas de miles de hogares que hasta el viernes todavía seguían sin luz en la Provincia por el temporal –según el Ministerio de Planificación sólo quedan casos menores y aislados– agitaron el fantasma de los saqueos en La Matanza, Almirante Brown, San Martín, Lomas de Zamora, Malvinas Argentinas y Florencio Varela, entre otros.
Esta semana se montó un “comando conjunto” entre Alejandro Granados, ministro de Seguridad bonaerense, y Sergio Berni, subsecretario de Seguridad nacional, en una dependencia policial de La Matanza. Se sumó hace horas el ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, que tuvo que reforzar la presencia de la Policía Metropolitana en los supermercados del sur de la Ciudad para evitar posibles saqueos.