A veces, la realidad sólo es real si aparece en televisión. Una máxima despiadada sobre todo si se tiene en cuenta que no todo el mundo tiene acceso a las cámaras y que muchas veces lo urgente no tiene lugar en la grilla de los canales si no viene aparejado de un escándalo o involucra a una de esas estrellas a las que nos encanta ver en situaciones problemáticas.
Esa máxima se vuelve aún más cruenta cuando en el universo de televidentes se encuentra, también y en forma pasiva, el Estado. Los funcionarios deberían estar al tanto de las situaciones que aquejan a los más desamparados. Y en ese conocimiento debería estar implícita la presencia física en aquellos lugares en los que el padecimiento extremo es el común denominador de toda una comunidad.
Claro que eso no ocurre siempre. Y, en muchos casos no ocurre hasta que esa realidad penosa es presentada y amplificada por algún famoso mucho más sensible a las necesidades específicas de algún ciudadano que las autoridades competentes.
Este es el caso de la comunidad toba que habita en El Impenetrable. Está claro que sus padecimientos no son ni recientes ni poco importantes, pero no fue hasta que la cantante Patricia Sosa diera a conocer a través de los medios la penosa situación que atraviesa la comunidad que los medios comenzaron a brindarle un espacio a este tema.
Sosa dio notas a medios gráficos, se sentó en el living de Susana Giménez, inició una campaña para recaudar fondos, y reclamó la presencia del Estado sin transformarse en opositora acérrima del Gobierno y sin embanderarse en ningún tipo de pose ideológica.
El compromiso de Sosa con la causa no se agotó en la foto y el reclamo. La cantante viajó personalmente al lugar y consiguió fondos y elementos indispensables para la supervivencia. Su hija Marta aseguró en una reciente entrevista que nunca vio a su madre tan feliz, y esa felicidad, claro, tiene bastante que ver con saberse útil.
Tal vez haya sido el compromiso de la artista y el hecho de que el tema estaba ya instalado, lo que hizo que el gobernador Jorge Capitanich y las ministras de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y de Salud Pública, Graciela Ocaña estén en este momento en el lugar intentado encontrar soluciones.
¿Había que esperar tanto tiempo? Seguramente no, pero lo importante es que ahí están. No suele ocurrir, por eso no puede dejar de celebrarse que el compromiso de la cantante y la apertura de los medios (una apertura que no siempre tienen hacia este tipo de temas) hayan conseguido que los funcionarios cumplan, justamente, con su función.
*Redactor de Perfil.com