El sábado este diario reveló pormenores de un documento preparado en la cancillería iraní. Soy autor de esa nota y PERFIL me trató con rigor, prudencia y seriedad. La publicó con mi firma. Estos procedimientos periodísticos tienen siempre la característica de que resulta imposible revelar de manera pública la fuente en que se originan. Nadie está obligado a tomarlos al pie de la letra, claro, pero quien los suscribe pone su trayectoria en respaldo de lo que anuncia. No son acciones impunes: las mentiras tienen patas cortas, se sabe, y si se tratara de un absoluto disparate, no se comprendería por qué se produjo una irascible algarada.
Pasó con WikiLeaks, pero pareciera que para un sector del alineamiento ideológico oficial, se le puede creer a un opaco conspirador que revela chanchullos del imperialismo yanqui, pero cuando un mero escriba de un medio local deschava cuestiones delicadas, todo lo que merece es escarnio y denuncia.
Para el kirchnerismo ha sido una estrategia firme desde 2003 operar un acercamiento total (¿cooptación?) a las conducciones de la comunidad judía, para tenerlas lo más cerca posible de la Casa Rosada. Todavía se recuerda el famoso anuncio que le hizo en 2004 el entonces presidente Néstor Kirchner a la AMIA sobre la aparición de unos decisivos video-casetes relacionados con el atentado de 1994. Cuando de inmediato se hizo evidente que tales videos no existían en manos del gobierno y que Kirchner no sabía lo que estaba diciendo o mentía alevosamente, la dirección de la AMIA optó por el silencio para no acentuar la posición ya muy embarazosa del entonces presidente.
Los intentos por darse una estrategia para con los judíos han sido muy ostensibles en los Kirchner, lo que explica haber situado oportunamente en Nueva York al hijo de un famoso periodista judío como cónsul plenipotenciario. Es una antigua y torpe ingenuidad prejuiciosa: como Nueva York –dicen– “es judía”, tener como agente a uno de ellos en esa ciudad y que, encima, porte un apellido famoso, les parece como abrir las puertas del poder y la influencia en el mundo de los negocios y en el de los medios.
Naturalmente no fue así, ni siquiera cuando el cónsul, meteóricamente, pasó de cónsul en NY a embajador en Washington y de allí a canciller. Nada importante pasó a favor de la Argentina y Barack Obama sigue sacándole el cuerpo a este gobierno.