De aprobarse el proyecto de reforma política impulsado por el oficialismo, habrá elecciones internas primarias obligatorias, el Estado financiará las campañas y las boletas tendrán más color, como recalcó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en base al ejemplo uruguayo. No obstante, un fenómeno primará sobre el resto: dejarán de existir cientos de partidos políticos, algunos de menor relevancia y otros que, debido a su peso histórico o a sus resultados electorales en las últimas elecciones, verán truncas sus trayectorias o sus sueños de crecer.
La reforma K apunta a elevar las barreras para la creación de fuerzas políticas y la participación en elecciones. En su artículo 1º, establece que para crear un partido es necesario tener 5% del total de inscriptos en el registro electoral del distrito en cuestión, cuando en la norma actual es del 4%. Y en el artículo 3º marca que los partidos nacionales deben tener entidad en cinco distritos y un mínimo de 1% del total del padrón nacional, mientras la norma actual no exige un porcentaje.
El proyecto además establece que la no presentación a dos elecciones nacionales debidamente justificadas es causa para perder la personería jurídica, así como no alcanzar en dos elecciones nacionales sucesivas un número de votos igual o superior al 3% de padrón electoral del distrito al que corresponda. En la ley que aún rige, la no presentación a tres elecciones conlleva la perdida de personería, así como el no alcanzar un 2% del total de votos.
De ser así, tanto Proyecto Sur, como el PRO, el Partido Obrero, Nueva Izquierda, Nuevo Encuentro y varios partidos minoritarios quedarían al margen de la competencia en las urnas.
Críticas políticas. "Este proyecto nos preocupa porque restringe las posibilidades de nacimiento de fuerzas políticas nuevas", señaló a Perfil.com el diputado electo por Nuevo Encuentro, Martín Sabbatella, quien sostuvo que si la iniciativa mantiene ese componente se "lesiona a las fuerzas políticas y se cristaliza el viejo bipartidismo".
"Nada nace grande, vos no nacés de 6 años; la norma te tiene que permitir que te desarrolles como partido", marcó Sabbatella, quien cree que es necesario "combatir a los partidos truchos que sólo son sellos de goma, pero esta no es la manera". " Reforma Política, sí, pero no para restingir nuevas fuerzas", sintetizó.
José Torello, apoderado del PRO, cuestionó en duros términos el proyecto. "Está hecho a medida del Gobierno, no se puede hacer una reforma para que Néstor Kirchner, que hoy es un cadáver político, siga vivo", dijo a este portal, aunque admitió que el concepto, en sí mismo, no es malo.
El PRO tiene cerca de 110 mil afiliados, algo que, según la nueva Ley, le impediría competir en las urnas. "De aprobarse, ni PRO, ni el partido de Pino Solanas, ni el de Sabbatella, entre otros, podrían participar, estarían sacando de la cancha a todos y con los partidos viejos no le fue muy bien a la gente", apuntó.
La mirada técnica. Desde un aspecto más teórico, el analista político, Rosendo Fraga, aseguró que " se trata de un sistema que beneficia más a las fuerzas más grandes" ya que "la Argentina tiene más de 600 partidos reconocidos y esta reforma puede terminar con varios cientos de ellos".
El titular de la consultora Nueva Mayoría detalló que "en algunos cálculos, sólo sobrevivirán uno de cada diez, pero igualmente quedarían varias decenas. Partidos como el PO, MST, PST, tendrían dificultades para obtener el piso del 3%", aunque "también puede hacer que se unifiquen partidos, con la intención de llegar a ese piso".
Para el licenciado Julio Burdman, director del Observatorio Electoral Latinoamericano, hay que ser objetivos: "Una medida siempre beneficia a quien la impulsa", admite, al tiempo que ve con buenos ojos que se aumenten los topes para la creación de partidos. "Del 83' para acá, la democracia fue muy generosa con la creación de partidos políticos; las barreras eran muy bajas y se podía crear con dos personas un partido", sostuvo.
De todas formas, aseveró que también la reforma puede beneficiar a la oposición porque los une. "Unifica a la oposición, que si se une, gana", graficó Burdman que trajo a colación el ejemplo de los cambios realizados en Brasil, en la que se pusieron topes más altos. "Impuso un 5% y se unificaron varios partidos para evitar perder status electoral", dijo y adelantó que no ve un escenario bipartidista como algunos pintan: " No habrá bipartidismo, la sociedad no es bipartidista".
(*) redactor de Perfil.com