POLITICA

¿Por qué se odian Hebe y Estela?

El autor de El negocio de los Derechos Humanos habla de la interna de sus líderes Fotos. Galería de fotos

El gobierno de los Kirchner fue el primero en unir a las dos activistas políticas.
| Télam

A pesar de que se odiaban y ni siquiera se saludaban, sólo el kirchnerismo juntó a los dos máximos símbolos de los derechos humanos, en cuánto acto político y gubernamental realizó. Néstor Kirchner la prefería a Hebe; la corrección y la elegancia de Estela, encandiló a Cristina. El escándalo Schoklender, dentro de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, alejó a Bonafini, simbólicamente, de la figura presidencial. Mientras que Estela era recibida, en un departamento de Recoleta, por el matrimonio presidencial, y se reían del atuendo que usaría Néstor Kirchner al asumir con el magro 22% de los votos, Hebe creía que el pingüino era “la misma mierda” que los otros presidentes que gobernaron al país desde 1983.

Una carta de Fidel Castro, entregada personalmente por el presidente venezolano, Hugo Chávez, haría cambiar de opinión a la Madre de Plaza de Mayo. “Néstor y Cristina lograron el milagro de juntar a Hebe con mi vieja”, me contó el diputado nacional Remo Carlotto durante la investigación de mi libro El negocio de los Derechos humanos (Editorial Sudamericana, 2012). Sobre las razones de los recelos entre ambas mujeres, el hijo de Estela enunciaba razones como las distintas visiones de país, de proyectos y las distintas formas de mantener viva la lucha para recordar a los desaparecidos de la última dictadura militar.

Para evitar hacerle “el juego a la derecha”, durante años, las disputas de poder dentro de los organismos de derechos humanos se mantuvieron ocultas. Como si fuese la “cosa nostra” reconocidas Madres, Abuelas y destacados allegados, esperaban que se apagara el grabador para explicar los motivos que motivaban que esas dos mujeres no pudiesen, ni siquiera, mirarse a los ojos.

En el citado programa de 678, a seis meses de la muerte de Kirchner, Hebe centró su intervención en sus vivencias y diálogos políticos que había mantenido con Néstor mientras que Estela se explayó en recuerdos cómicos con la pareja presidencial como la obsesión por los mocasines del santacruceño. Pero tampoco cruzaron miradas. En la práctica, no son tan distintas. Ambas manejan sus organizaciones con mano dura y el disenso es solo una palabra del diccionario, aunque inaplicable internamente.

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Estela confiesa sin sorprenderse que, apenas se saludan con Hebe, a pesar de los miles de actos que han compartido en los últimos 9 años. Hebe evita mencionarla y, dentro de la Fundación, el ex director de la radio de las Madres, Pedro Lanteri, explicita que la lucha de ellas “es la de sus hijos; por esa razón no vamos a buscar huesitos como otros organismos”.

Sin embargo, algunas de las pocas Madres que se mantienen dentro de la órbita de la Fundación, visitaron, en silencio y clandestinamente a Abuelas para dejar sus datos en el banco genético. Ellas habrían pedido especial discreción por temor a las represalias de la Madre de Plaza de Mayo.

Ambas se suman a la moda de reescribir el pasado. En algo coinciden, Néstor y Cristina no pueden haber hecho lo que hicieron en materia de política de derechos humanos, sino hubiesen militado y resistido a los militares, durante los setenta. Se enojan ante la realidad de las fechas y el contraste de testimonios del pasado oculto del film de Paula De Luque.

A pesar de sus diferencias, las dos defienden a ultranza al oficialismo, como nunca lo hicieron con ningún gobierno. “No es que los defendamos, ellos son como nuestros hijos” corrige Estela. Hebe recuerda cuando le dijo, por primera vez a Néstor, que lo sentía como a un hijo propio.

Tal vez, en sus hijos, explican desde el entorno de ambas mujeres, se encuentre la respuesta a ese interrogante que da inicio a esta columna: ¿Se conocieron, en La Plata, Hebe y Estela antes de que el horror y la muerte cruzaran sus vidas? ¿O lo hicieron sus hijos? No son pocas las fuentes que explican los recelos entre Hebe y Estela, de los últimos 30 años, en una relación que habría existido entre sus hijos desaparecidos.

*Especial para Perfil.com