Vinculado desde hace décadas a personajes centrales del peronismo, Marco Felt conoció a Rotundo a fines de los 80, a través de un amigo. Compró de inmediato la imagen del empresario exitoso: “Ropas caras, autos lujosos, cenas en restaurantes cinco tenedores, las oficinas de Mundelca que no sabés lo que eran. No había por qué ni de qué dudar. Hasta que me enteré de un problema que había tenido con el doctor Domingo Santo Liotta y quedó en evidencia”, dice.
El cardiocirujano, que había atendido a Perón y participado de su último gobierno como secretario de Salud Pública, dice Felt, tenía los ahorros de toda su vida, unos doscientos mil dólares, depositados en un banco de los Estados Unidos, adonde viajaba regularmente para operar y participar de congresos. “Rotundo lo debe haber investigado, porque, sabiendo que Liotta tenía ese dinero en el exterior, un día fue a verlo y le preguntó con qué interés anual lo beneficiaba el banco americano.
Cuando Liotta le respondió que con el tres por ciento, Rotundo le dijo que invirtiera sus ahorros a través de la Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos porque le iban a rendir, por lo menos, el seis por ciento anual. Nunca más le devolvió nada. Liotta lo demandó por defraudación y administración infiel, y Rotundo fue condenado a un año y medio de prisión, en suspenso. Al tipo le gusta mucho jugar con el dinero, le gusta mucho la ruleta. Usaba la fundación como una mesa de dinero. Lo debe hacer ahora también”.
El dinero de Liotta, según Felt, fue a parar a una operación diseñada por Rotundo: la creación de Pre-Cor, una empresa de medicina prepaga especializada en la prevención y la atención de enfermedades cardiovasculares, a la que también estaba asociada la Congregación de los Padres Oblatos de la Virgen María.
A poco de inaugurarse, dice Felt, Pre-Cor quedó envuelta en un escándalo que no trascendió a los medios: vendía y cobraba a sus clientes prótesis de arterias fabricadas en Canadá, pero les entregaba otras hechas en Haedo. Pre-Cor desapareció, y con ella los ahorros de Liotta, quien años después sería secretario de Ciencia y Tecnología de Menem. En otra maniobra de Rotundo, cuenta Felt, se perdieron fondos de otra orden religiosa: Hijos de la Sagrada Familia.
—Una vuelta me vino a ver un contador muy honesto que trabajaba con Rotundo. Me contó que había un cura que estaba como loco porque había decidido hacer inversiones a través de la fundación y ahora no podía recuperar el dinero. El contador estaba conmovido porque no podía creer que Rotundo, un empresario al que consideraba serio y honesto, estuviera metido en algo raro. Yo tampoco lo podía creer. Ya le dije: a mí también me vendió un buzón. La plata de los Hijos de la Sagrada Familia había terminado en el fondo de campaña de Menem.
Felt asegura que en esa época Rotundo se mostraba con orgullo como uno de los recaudadores menemistas.
—Ellos tenían una relación de mucha confianza. El hablaba de Menem como si fuera su hermano. Pero, al final, se terminaron peleando por plata.
Cree haberse ido de boca esta vez, dice que quizá no debería haberme contado ciertas cosas. Que quizás haya una próxima charla. Que quizá no (...).
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