"Todo el mundo acabará preso". La advertencia la lanzó hace unas semanas Joesley Batista, el dueño de la mayor empresa cárnica del mundo (JBS) que, acorralado por varios escándalos de corrupción, trata de salvar la piel poniendo contra las cuerdas al presidente brasileño Michel Temer.
El también propietario de las famosas Havaianas, de 44 años, con una influencia política conocida en Brasilia, grabó en secreto a Temer, según el diario O'Globo, en una reunión en la que trató de sobornos para callar a Eduardo Cunha, el detenido arquitecto del 'impeachment' a la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, según informó AFP.
El presidente del conglomerado J&F, un negocio familiar que logró internacionalizar junto a su hermano Wesley, entregó supuestamente esa prueba explosiva a la justicia a cambio de beneficios. El despacho de la Presidencia negó tajantemente la acusaciones, pero el terremoto político volvió a estallar en Brasil un año después de la destitución de Rousseff. Y aunque, hasta ahora, el personaje más temido por los políticos era Marcelo Odebrecht, el expresidente de la constructora Odebrecht en el centro del megafraude a Petrobras, fue el poderoso y desconocido magnate del agronegocio que hace tambalear al gobierno Temer.
Lo hizo, además, de forma 'express' y supuestamente con pruebas flagrantes hasta ahora inéditas en la operación 'Lava Jato', que investiga la corrupción en Petrobras. Las investigaciones sobre sus empresas empezaron en julio de 2016, cuando los fiscales trataron de averiguar si Batista pagó sobornos para la liberación de recursos mediante fraudes a fondos de inversión, en un caso que lo relacionaba con el exdiputado Cunha.
La fiscalía general llegó a pedir en febrero su renuncia al frente de J&F y el bloqueo de bienes al 66º hombre más rico de Brasil, con una fortuna estimada de 3.000 millones de reales (unos 890 millones de dólares), según la revista Forbes. Pero firme, y asegurando que J&F "no hizo nada mal", Batista fue sobreviviendo a las tempestades. Una de las peores cuando, en marzo, JBS se vio envuelto en la llamada operación "carne débil". Su firma fue acusada junto a otros frigoríficos de pagar sobornos a funcionarios para autorizar la venta de carne adulterada y el uso de ácidos y sustancias supuestamente cancerígenas para maquillar cortes vencidos o en mal estado, generando una crisis monumental en el sector.
Tras ese caso que dañó severamente la imagen del gigante agropecuario mundial, JBS se vio citada la semana pasada en otra investigación sobre presuntos fraudes en préstamos otorgados por el banco de fomento BNDES a la empresa, que habrían ocasionado pérdidas de 1.200 millones de reales (380 millones de dólares al cambio actual) al erario público. La firma, otra vez, negó todo. La bomba que tiene en vilo a Brasil estalló con Joesley de viaje. Según la prensa, sólo volverá para declarar ante la Policía federal el lunes, cuando probablemente ya se sepa si "todo el mundo" cayó o no, como él advirtió.