Algunos parientes y amigos de José Rucci esperan para los próximos días "un gesto" de Mario Firmenich, el jefe de la organización político-militar Montoneros, que, según distintos testimonios y documentos, mató al líder sindical hace casi 38 años, el 25 de septiembre de 1973.
Así lo señaló una fuente, quien agregó que ese “gesto” consistiría en, por lo menos, una explicación “política” sobre el atentado contra Rucci.
No es un tema que interese sólo a los allegados a Rucci. El asesinato del sindicalista preferido del general Juan Perón sigue siendo una piedra en el zapato para muchos ex montoneros, que todavía no entienden como sus ex jefes no admiten responsabilidades pasadas.
El ejemplo de lo que habría que hacer, según ellos, está en la otra orilla, en Uruguay, donde los ex jefes de Tupamaros admitieron sus culpas en la violencia política de los setenta, pidieron perdón a la sociedad y muchos de ellos, como el presidente José Mujica, se han reciclado en la política.
Por lo pronto, la hija de la víctima, la diputada Claudia Rucci, presentó ayer una solicitud al juez Ariel Lijo para que llame a declarar, como testigos, a Firmenich; su esposa, María Elpidia Martínez Aguero; y a once ex montoneros.
Claudia Rucci incluyó también una lista de preguntas para cada uno de los testigos, que podría ser de gran ayuda para el juez Lijo si realmente el magistrado quisiera saber más sobre ese atentado.
A Firmenich también le gustaría dejar al fantasma de Rucci en el pasado. Según sus biógrafos autorizados, Felipe Celesia y Pablo Waisberg, en abril de 2010 Firmenich vino desde Barcelona porque sus padres estaban enfermos pero se quedó en Montevideo por temor a que si pisaba la Argentina lo llamaran a declarar a Tribunales por el Caso Rucci.
Por ese motivo, no hay lugar para ser muy optimistas y pensar que la actitud de Firmenich, y también la de Roberto Perdía, que era el número dos de Montoneros, vaya a cambiar. Hasta ahora, nunca asumieron en público ninguna responsabilidad sobre el asesinato de Rucci. Sí lo hizo Firmenich en privado, según diversos testimonios recogidos en mi libro “Operación Traviata, ¿quién mató a Rucci?”, pero también en otros, como “La Voluntad”, de Martín Caparrós y Eduardo Anguita, actual director del dominical ultrakirchnerista Miradas al Sur.
Es que, despojados de la épica de los setenta, son todos hombres comunes y corrientes, con miedo al riesgo de perder la libertad, aunque sea por un tiempo corto.
En el Caso Rucci, lo más cerca que llegaron, a través de algunos voceros, fue derivar la responsabilidad del atentado contra el sindicalista en guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), con las que ya se habían fusionado a fines de septiembre de 1973, como señala el propio Perdía en su libro “La otra historia”.
Ese intento duró poco porque era evidente que los, relativamente, pocos sobrevivientes que provienen de las FAR no se iban a quedar callados.
(*) Periodista y escritor, autor de "Operación Traviata"