La caricatura política ha sido, desde los lejanos tiempos en que Ramón Columba se burlaba de los legisladores y las sesiones del Congreso de la Nación, una tradición que permanece vigente, en particular gracias al talento de Menchi Sábat.
—Columba era taquígrafo del Congreso –recuerda Sábat– y por eso tenía a todos los políticos a su alrededor. Se familiarizó con ellos y sacó entonces una espléndida revista que se llamó Páginas de Columba, que tenía dibujos magníficos. Eran las postrimerías de la década del 20 y entre sus colaboradores figuraba nada menos que Guillermo Divito…
—¡Divito! El creador de “la chica Divito”, que con sus curvas enloqueció a más de una generación.
—Yo he conservado algunos ejemplares en los que ya aparece la firma de Divito, que en la década del 40 avanzó con Rico tipo. Además, Divito tenía una cualidad muy elogiable: nunca sentía celos por el talento ajeno, cosa que no abunda en la vida… Y de esa generación no quiero dejar de mencionar a un hombre, Oski (en realidad se llamaba Oscar Conti), que no se caracterizaba por elogiar muchas cosas, y sin embargo hablaba maravillas de Divito. Pero volvamos a Columba: vos sabés que fundó una editorial, sacó la revista El Tony e inventó una historieta que se llamaba Raco el extra. En realidad jugaba con las iniciales de Ramón Columba, y en la tapa aparecía la tira de Mandrake.
—También, durante la Segunda Guerra Mundial, Lino Palacio con el seudónimo “Flax” publicaba crónicas de la época.
—Sí –interrumpe Sábat–, pero fijate que Lino Palacio (que personalmente era un hombre encantador) se tomó la guerra con mucha liviandad. Para él eran lo mismo Hitler que Churchill, o Il Duce y Roosevelt. No me gusta hablar mucho de ese tema, pero evidentemente Lino no tomó la guerra como la tragedia que realmente fue.
Lea la nota completa en la edición impresa del diario PERFIL.