Gastos injustificados, desdoblamientos de compras para evitar procesos de contratación formales, partidas indebidas, sobreprecios y presupuestos apócrifos, fueron algunos de los desmanejos denunciados por la OA y que la Justicia comenzó a comprobar tras una serie de peritajes. Aunque no hay una cuantificación general del perjuicio que significaron, en los diferentes expedientes analizados los valores oscilan entre los 30 mil y 500 mil pesos. “Es en escala chica lo que parecen haber hecho a otra dimensión en otros temas”, resumió una fuente a PERFIL.
La comparación no es casual si se tiene en cuenta que Baratta ya acumula varias causas en el fuero federal. Entre ellas, está una que podría comprometer su futuro y tramita en el juzgado de Luis Rodríguez. Allí se investiga cómo durante años, y a través de convenios sin control, desde Planificación desviaron miles de millones de pesos a través de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Dentro de esa dinámica, cada vez que Yacimientos Carboníferos Río Turbio (YCRT) debía realizar obras y compras, se instrumentaban acuerdos con la UTN y su fundación para evitar los procesos de licitaciones y supervisión del Estado, como reveló PERFIL en mayo del año pasado. El vaciamiento de YPF, de cuyo directorio Baratta formó parte como representante del Estado y el expediente por las irregularidades en la adquisición de un barco con GNL desde Rusia, que nunca llegó, pese a que se habrían pagado millones de dólares, son otros de los casos que lo salpican.
En el mundo de los negocios, Baratta es reconocido como quien fue el “intermediario” entre el ministerio y los empresarios durante el kirchnerismo. Sus modos bruscos y sus insultos, incluso a través de su cuenta de gmail, como pudo comprobar PERFIL, eran habituales junto con sus amenazas, que también son recordadas por quienes lo trataron. Una de ellas, además, le valió una denuncia por coacción. Fue presentada por el diputado Manuel Garrido en 2014 y aseguraba que Baratta habría amenazado al presidente de la UIA Héctor Méndez, con que una de sus empresas no iba a ser seleccionada en los procesos licitatorios en las que estuviera involucrada, a no ser que él menguara sus críticas al gobierno.
El fanatismo de Baratta con el kirchnerismo fue total y muchos lo ubican en un hecho puntual. En mayo de 2003, tras conocer al entonces candidato a presidente, Néstor Kirchner, en La Biela, Baratta dejó de trabajar como taxista y de levantar quiniela, como hacía, y empezó a estudiar Comercio y a trabajar en el Ministerio de Planificación. Ahí se ganó la confianza de De Vido y conoció a quien es hoy su esposa, Dalina Bielle, una santacruceña cuyo padre, Dardo, formó parte del entorno sureño de Kirchner. Juntos viven en el piso 18 de una torre de la calle José Hernández al 2000, en Belgrano.