POLITICA
Columnista

¿Se muere por la presidencia?

CFK pronunció dos frases que han dado que hablar y que nos hablan.

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| Juan Obregon

En una de las últimas presentaciones públicas, nuestra Presidenta pronunció dos frases, entre tantas otras, que han dado que hablar, que nos hablan. Nos referimos a: “No me muero por ser presidenta” y a “ya di todo lo que tenía que dar”. En un sentido, podemos leer la primera frase de manera literal y pensar del “no me muero por ser presidenta” que es verdad, que no se está muerto por ejercer la presidencia, aunque nos parezca tautológico, dado que los muertos no hablan. Cabe preguntarse entonces, por qué lo ha manifestado y a quién va dirigido ese mensaje.

Es sabido el peso que ha tenido sobre nuestra Presidenta la muerte de su marido, muerte atribuida por la mayoría al ejercicio excesivo de la función política, sea visto este exceso tanto como afán de poder o como de entrega a una causa justa. Es sabido también que dos ex presidentes, Carlos Menem y Fernando de la Rúa, fueron operados uno de la carótida y el otro de un neumotórax estando en el ejercicio del poder. Habría entonces motivos por los que sentir temor. Esto nos hace recordar el peso que tiene lo traumático, no sólo de lo que se define por lo acontecido, sino también de lo que se define por lo que no ocurrió y pudo haber ocurrido o pueda ocurrir, que comenzó a estudiarse a partir de los efectos producidos en sobrevivientes de la Primera Guerra Mundial, que sufrían por no estar muerto ni heridos gravemente y sí sus compañeros. En este contexto, podemos pensar la frase en cuestión.

En otro sentido, también podría leerse en el “no me muero por ser presidenta” que es la función lo que la sostiene viva, que no muere precisamente por ser presidenta, que ocupa ese lugar para seguir viva. Siguiendo este lineamiento, lo que queda puesto en juego aquí es el deseo de serlo. O mas aún de no dejar de serlo. La vida queda atada a ese deseo. Pero este deseo, como todo deseo, tiene un límite. Límite que traza un “hasta acá se puede llegar”, no es de cualquier manera ni es a cualquier costo. Es este límite precisamente el que abre la frase hacia nosotros.

La columna completa, en la edición impresa del diario PERFIL.

* Psicólogo

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