El equipo de Avelleneda tiene nuevo presidente y puertas adentro, Rodolfo Molina, el nuevo mandamás académico, “corre con el caballo del comisario”.
Néstor Kirchner nunca ocultó su pasión por la celeste y blanca y tuvo participación directa en la política interna del club. Pero en las últimas elecciones racinguistas, que terminaron con once años de intervención y quiebra de por medio, el presidente del PJ decidió jugarla callado. La disputa entre la Guardia Imperial, la barra brava académica, y Kirchner quedó en stand by, siempre y cuando el santacruceño cumpla con lo prometido: levantar a Racing.
Molina, empresario de 47 años, conoció a Kirchner de la mano del actual embajador argentino en Chile, Ginés González García, y el vocero presidencial, Miguel Núñez. Ginés, que volvió al país para pasar las Fiestas, se acercó a la sede de Racing para votar. Incluso se animó a asegurar “que tiene muchos amigos” en la lista ganadora.
El ex ministro de Salud era el enlace entre Kirchner y la barra brava; incluso fue el que gestionó el apoyo incondicional de la Guardia Imperial al kirchnerismo en 2007. La bandera que acercó Ginés la prendió fuego la barra cuando descubrió que el ex presidente intentaba mantener el gerenciamiento. Pero el tiempo pasó y ahora las relaciones se recompusieron.
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