POLITICA
franco ezequiel sanjorge, de jujuy

Tenía dos hijos, era adicto y sólo su madre busca justicia

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Desde Jujuy
Franco Ezequiel Sanjorge nació cuando su mamá tenía 14 años. No conocía a su padre y vivió su infancia con sus padrinos de bautismo. Tiene 10 hermanos y dos hijitos. Desde los 12 o 13 años comenzó a aspirar poxiran y desde ese momento su mamá, Noelia del Valle Sanjorge, se hizo cargo de él. Según el relato de Noelia, “se comenzó a juntar con malas amistades, yo intenté muchas veces que terminara el secundario, pero se drogaba y no pude sacarlo”. Hizo grandes esfuerzos para salir de la droga, “yo quería hacer algo para que él se olvide de la droga”.
Noelia transitó por los juzgados de menores, médicos y policías detrás de la situación de Franco Ezequiel. “Estuvo preso hasta hace poco, hice lo imposible para estar con él de nuevo. Estaba preso y no podía mantener a sus hijitos así que yo ayudaba a mi nuera. Salió de la cárcel con la condición que se iba a portar bien”, cuenta.
Franco Ezequiel había conseguido trabajo en una finca cercana lavando zanahorias. El lunes dormía en la casa de su madre y luego lo fueron a buscar unos amigos y se fue. Nunca más lo vieron.
Noelia se enteró por la televisión que había muerto su hijo. “Lo velé sólo dos horas”, comparte. Peregrinó por todo Perico para saber si lo que mostraban en la TV era cierto. Muchas horas después de los sucesos confirmó la noticia. Esperó que le entregaran el cuerpo de su hijo mayor y lo veló sólo dos horas porque “no pude más”.
“Era bueno, él robaba pero por la droga. No era un chico malo. Era mi hijo mayor, era mi vida”. Le rogaba que “se portara bien”.
Franco Ezequiel tenía 17 años y dejó dos hijos: Jazmín y Benjamín, de un año y medio y de seis meses. Ahora sólo esperan justicia. Su madre, de 31, quiere que los que fueron al saqueo con Franco Ezequiel se animen a confesar lo que pasó, mientras dice que se burla de ella mucha gente por lo que ocurrió.
Franco Ezequiel, como tantas otras víctimas, en Perico parece un fantasma. Sólo su madre habla de él, el resto parece no conocerlo, en un pueblo donde todos se conocen, reconocen y saludan. Apenas lo velaron dos horas.
Desde ese momento parece haber un pacto tácito: de eso y de él ya no se habla.