Muchas veces, los acontecimientos hablan por sí solos, y en esos momentos, las palabras están de más. Ese es el argumento que esboza Elisa Carrió para fundamentar el silencio al cual se llamó tras la muerte de Néstor Kirchner. Un silencio que, además, no esconde preocupación por el futuro inmediato. La líder de la Coalición Cívica, por el contrario, le transmitió a su tropa una visión optimista sobre el escenario que se abrió.
Los silencios de Carrió, ya son casi una costumbre en la política argentina. En determinado momento, la chaqueña decide que no es momento para hablar en público y se manda a callar. Generalmente, son etapas en las que tiene una visión negativa de la coyuntura. Pero esta vez, es distinto. “Va a estar todo bien, el futuro está abierto”, les comenta a los propios, pidiéndoles que le lleven tranquilidad a la gente.
Esta decisión de la diputada generó apoyos y rechazos. Quienes la critican sostienen que por la importancia política que tuvo el fallecimiento de Kirchner, ella debería haber salido a hablar, por lo menos para expresar sus condolencias. Sus defensores, en cambio, creen que así respetó el duelo de Cristina y evitó quedar como una hipócrita. Recuerdan, para que no queden dudas, que Carrió llegó a denunciar al ex presidente de ser el supuesto jefe de una asociación ilícita.
Ayer, fue el primer día que decidió salir a la calle desde que volvió el fin de semana último de Córdoba, donde estuvo en la Posada del Qenti, el Spa médico que se transformó en el refugio habitual al que Carrió suele recurrir para desintoxicarse del estrés. Allí se internó la semana anterior, porque le había empeorado su diabetes, que la tiene a mal traer, cada vez que tiene un pico de estrés. El descanso hizo efecto, ya que volvió con varios kilos menos.
Ahora, además, tiene un factor menos para estresarse. Durante estos días mantuvo unas pocas reuniones con los dirigentes de la Coalición Cívica en su departamento y se dedicó a rezar. Pero además, le confesó a sus íntimos que puede descansar con mayor tranquilidad. “Con Kirchner se la pasaba pensando qué idea perversa podía estar tramando, ahora con Cristina eso no va a pasar”, cuentan. Y desmienten a quienes piensan que Carrió se alegró con la muerte de Kirchner: sacan a la mesa su profunda fe católica y agregan, además, que ella quería verlo preso.
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