Los episodios que consagraron la organización de la reunión entre Cristina Kirchner y el papa Francisco, planificada para el próximo sábado 20, no fueron como promocionó el Gobierno.
Hubo discusiones, chispazos y una clara estrategia del kirchnerismo para “simular” una inocente invitación del Sumo Pontífice. En realidad, la propia presidenta fue la que pidió ser convocada.
Unos días antes de su viaje a Roma, el dirigente peronista Eduardo Valdez –que coordinó finalmente la invitación– recibió la orden de la cúpula del Gobierno para articular el almuerzo.
El problema fue que desde Roma llegó primero una carta formal de invitación en la que el Papa confirmaba el convite, pero reconocía que la Presidenta le había pedido la reunión. Esa carta nunca se conoció.
A Valdez le estalló el teléfono: Cristina no viajaría si ese texto trascendía. Tuvo que pedirles a allegados de Francisco que envíen otra, en la que se simulara que él era el interesado en verla a ella. Finalmente, preocupado por la situación de la Argentina, el Papa redactó la invitación con su puño y letra a la residencia de Santa Marta la noche anterior en la que recibió en una audiencia privada a Valdez, la misma en la que estuvo Guillermo Moreno y Diego Maradona.
Francisco accedió con bondad de quien está por encima de mezquindad política. Además de que busca llevar paz a su propio país, promueve que los engranajes de la transición hacia un próximo gobierno en 2015 sean ordenados.
El Gobierno necesitaba la foto entre Cristina y el Papa cerca del 20. Fue planificada por si el próximo jueves 18, una reunión entre el Citibank y el Bank of New York empasta aún más el escenario posdefault.
La bendición papal es un activo vital para un gobierno preocupado por la efervescencia social que se podría disparar en la última etapa del año. O antes.
Tal como adelantó PERFIL el 30/8, existe preocupación dentro de los organismos de seguridad frente a posibles saqueos, acuartelamientos y protestas en la calle. Estiman que noviembre y diciembre serán meses difíciles.
Lo confirmó Cristina esta semana cuando reconoció que había sectores opositores buscando una “matiné”, es decir, anticipar el conflicto social. Y lo ratificó ayer por Twitter cuando planteó que incluso podrían ser en los próximos días, mientras esté de gira en una cumbre de la ONU.
En los últimos meses se hicieron más regulares algunos llamados entre la Casa Rosada y el Vaticano. Hubo también intercambios epistolares más frecuentes entre la Santa Sede y la Jefatura de Gabinete. Es que el Papa sigue de cerca cada paso que da el kirchnerismo.