POLITICA

Un coronel uruguayo habló del secuestro de la nieta de Gelman

Dijo que fue un "daño colateral" y justificó las torturas. Fuertes declaraciones.

La nieta de Gelman, Macarena, fue recuperada. Un militar se refirió al secuestro.
| DYN

El Coronel uruguayo Gilberto Vázquez, se refirió al secuestro de la nieta del escritor Juan Gelman luego de decir que en su país no se habían robado niños como se había hecho en Argentina. “Lo de Macarena Gelman fue una cosa rara. Cuando nosotros teníamos a un argentino, se lo dábamos a ellos porque les podía servir como fuente de información y nos traíamos a los uruguayos. Pero traerse a una argentina para acá, no tiene la menor lógica”, dijo desde la cárcel.

“¿Por qué lo hicimos? Son cosas que pasan en la guerra. Son daños colaterales, como cuando tiramos para matar en un lado y uno se tara o le erra y encaja un bombazo en una escuela, y termina saliéndose del objetivo militar. Nunca pude entender para qué la trajeron”, justificó en una entrevista al diario uruguayo Ultimas Noticias.

La historia. A María Claudia Iruretagoyena la secuestraron en Buenos Aires, en 1976, con un embarazo de siete meses. Luego la trasladaron en forma clandestina a Uruguay, donde dio a luz a una niña, Macarena, quien recuperó su identidad 23 años después, según informó Clarín. Finalmente a María Claudia la ejecutaron. Aún no se sabe quién fue ni dónde está su cuerpo.

El militar se refirió a otros temas. “Al principio los cuerpos se entregaban. Pero después los altos mandos nos explicaron que el país tenía un drama económico. El petróleo había subido, la carne había bajado a la mitad, lo mismo pasaba con la lana. El problema económico era tremendo y el país se salvaba por el turismo y se necesitaba dar una sensación de tranquilidad para favorecer la inversión. Entonces la orden fue que cuando muriera alguno, no apareciera . Eso vino de arriba”.

Luego Vázquez dijo que la represión “era útil”. “Cambió la cosa porque al principio no se podía prender a nadie. Una vez agarramos a una mujer que tenía una pistola. Cuando llegó al juez le dijo: ‘Me la pusieron’. Nosotros sabíamos a cara de perro de leyes militares pero no de leyes civiles. Al final, los culpables éramos nosotros. Así no podíamos hacer nada. Después se nos escaparon los tupamaros de Punta Carretas (en 1971) y la sensación de derrota fue total. No se podía con aquella gente, no había forma”.