Lo primero que hace Sergio Berni cuando llega a su búnker es sacarse los zapatos y pedir un mate cocido. Desde el sexto piso de un edificio de Gendarmería de Paseo Colón al 500, el teniente coronel médico del Ejército no sólo maneja la seguridad interna del país, también repasa estratégicamente los planos del "abordaje territorial" del kirchnerismo de cara a las próximas elecciones.
Desde que asumió en marzo, se muestra obsesionado con la gestión: las fotos oficiales lo encuentran desbaratando bandas de narcos y evitando cortes de ruta. Se anticipa a una posible ocupación de tierras en Santiago del Estero, se comunica con algún líder piquetero para escuchar sus demandas, sale a patrullar las calles junto a la Policía mientras pide informes sobre una salidera bancaria. Se mueve en helicóptero, moto y hasta cuatriciclo, según las características de donde deba intervenir.
"Es un área sensible y soy un cadáver político, pero soy un soldado y éste es mi puesto de combate hasta que la Presidenta me pida lo contrario", le confía a sus íntimos, que se preocupan por las críticas que le hacen en TN. Y él les responde: "Si TN me pega es porque estamos haciendo las cosas bien".
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