Días antes de la presentación oficial de la nueva policía porteña, que llevó adelante el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, los miembros de la Policía Federal tuvieron su propia presentación. Fue hace diez días, en el Instituto Superior de Seguridad Pública de la Metropolitana, donde los federales fueron citados para ser informados sobre las condiciones del traspaso. Durante el discurso del comisario general Guillermo Calviño, máxima autoridad de la Federal en territorio porteño, una oficial comenzó a los gritos. “Queremos el traspaso, señor, queremos volver con nuestras familias”, reclamó, según se puede ver en un video que se filtró esta semana. De inmediato, cientos de sus compañeros se levantaron de sus sillas y comenzaron a aplaudirla. No fue todo, el miércoles, un grupo de entre 80 y 90 familiares se manifestó frente al Departamento Central, ubicado en la calle Moreno.
Las quejas son producto de una práctica que se viene potenciando en la fuerza desde hace tres años, pero se profundiza en el nuevo contexto de cambios. Muchos de los oficiales y suboficiales de la Federal provienen de las provincias. Vinieron a formarse en Buenos Aires pero pidieron ser trasferidos a las delegaciones de la Federal en el interior del país. Les prometieron que así sería, pero desde hace tres años la fuerza dejó de cumplir sus promesas.
En otro contexto, el acto de esa oficial sería inimaginable entre los policías. Hoy, hasta dudan de sancionar a la oficial para no agudizar la crisis, y porque el malestar está tan instalado en las bases como en la cúpula.