Seis meses después de haber bailado alegremente en el balcón de la Casa Rosada, el día de la asunción presidencial, Mauricio Macri dio un discurso a la defensiva. “No escuchen a una minoría que quiere que nos vaya mal”, dijo en uno de los dos actos que protagonizó ayer, a medio año de haber iniciado el ciclo PRO.
Tanto en aquel 10 de diciembre del año pasado, como ayer, Macri se refirió indirectamente al kirchnerismo. Lo colocó en el papel de adversario latente con el que (le conviene) polarizar. Pero ayer sus dos discursos tuvieron un plus: en una suerte de balance forzado por las fechas (del 10 de diciembre al 10 de junio), Macri intentó motivar a sus votantes, pero a la vez se atajó respecto al clima de ajuste, tarifazos y economía en baja.
“Sé que esta transición y este sinceramiento de la economía no ha sido fácil”, admitió, y enseguida aseguró: “Estamos generando confianza, que es lo que trae inversiones y empleo”. Fue durante su primera aparición pública del día, en un acto en la ciudad entrerriana de Concordia, donde anunció una inversión de la empresa Coca-Cola.
A una semana de haber sufrido una arritmia, y un poco en contra de las recomendaciones de los médicos, Macri quiso mostrarse presente y muy activo. Después del evento en Concordia, viajó a la ciudad correntina de Yapeyú. Ahí anunció la restauración del templete de la casa natal de José de San Martín, junto al gobernador radical Ricardo Colombi.
“Hay muchos que tienen miedo, que no saben si esto va a funcionar o no. A ellos les digo que no escuchen a una minoría que quiere que nos vaya mal, que les mete miedo”, aseguró Macri.
Sin renunciar a su tono optimista habitual, el presidente buscó transmitir una cuota de realismo. Sin haberlo buscado, y aunque las circunstancias no sean equivalentes, el speech sonó al “estamos mal pero vamos bien” menemista.
Así, en contraste con su baile en el balcón donde Juan y Eva Perón dieron sus históricos discursos, Macri les pidió comprensión a sus votantes.