Años de descontrol. Ingestas copiosas y una vida desordenada. Ni la indisimulable huella de algunas cirugías puede evitar el paso del tiempo y el exceso de kilos. Ni una cabellera tinta y retinta ni gruesas capas de cosméticos pueden macular la realidad. Sus caderas expandidas y sus piernas de contornos similares a los de unas vasijas, terminan de conformar una "hiperfigurella", por más vestuario que se calce. No se trata de una "femme fatal", claro. Tampoco de ningún caso terapéutico. Pero esta sería la figura de la Argentina si tuviera forma de mujer... ¿O estaba pensando en alguien real?
Décadas de incontrolable glotonería la llevaron a la expansión del gasto más alto de su historia en términos de PBI, superando el 21 por ciento, con la presión fiscal superior al 27 por ciento, la más alta desde que se tengan registros.
Pero el problema que tiene nuestra señora obesa es que es muy difícil someterla a dieta porque su tipo de gasto público es muy inflexible a la baja. La cosmética contable hace lo que puede. El problema de fondo subsiste y a esta altura ya requiere cirugía mayor. ¿Cuándo y Cómo? Muchas veces se ha hecho mención al despilfarro y una vez más se desperdicia otra década y las generaciones pasan.
Después de los años del denominado “viento de cola”, ¿dónde están los dólares del “oro verde”, el “yuyo” en el lenguaje oficial? Nuevamente estamos en déficit fiscal. Vuelta al punto inicial. La obesidad es producto de la voracidad que no sólo se comió el oro verde sino que terminó con los ahorros que los futuros jubilados tenían en las AFJP y ahora va por las reservas del Banco Central y luego irá por el sistema financiero.
El déficit de casi 2.200 millones de pesos registrado en septiembre es insostenible. Lo más grave es que en igual mes del 2008 la posición de caja resultó positiva en un monto similar, de lo que resulta que se han “quemado” casi 1.200 millones de dólares en subsidios, prebendas y otras mañas.
El déficit acumulado en los primeros nueve meses del año llega casi a 5.000 millones de pesos y mientras que los ingresos subieron un 6,5 por ciento, muy por debajo de la inflación, el gasto público crece anualmente a un ritmo de casi el 30 por ciento.
Una vez más, los ahorros de los futuros jubilados, incautados por el régimen, sirven para tapar sus mamarrachos fiscales. Esos fondos provenientes del sueldo de los trabajadores son utilizados a antojo por la administración para mantener sectores absolutamente improductivos y pagar prebendas a la patria contratista, a la patria sindical y a los aliados del poder.
La gula no tiene fin y al exceso del gasto le sigue otro síntoma preocupante: la emisión monetaria, un viejo vicio con el que los anteriores gobiernos fracasados intentaron cubrir el despilfarro. El 70% del gasto está concentrado en jubilaciones, subsidios y transferencias a las provincias, gastos que son muy inflexibles a una baja nominal.
Pero la combinación de dos vicios como el gasto público y la emisión monetaria producen una sustancial letal: inflación, el impuesto que pagan los más pobres. De allí que la tasa inflacionaria es rebelde a la baja y encuentra una meseta en torno del 20 por ciento anual, un nivel insostenible sin consecuencias sobre el salario y el empleo.
La traumática experiencia argentina (1975 Rodrigazo, 1982 Tiranía, 1989 Alfonsín, 2001 Convertibilidad) fue la consecuencia de este combustible. Sólo falta el detonador ¿2011? Para el ex secretario de Hacienda, Mario Brodersohn, “en 2009 y 2010 el superávit primario no alcanza para financiar la totalidad de los intereses de la deuda. Entramos en la etapa del déficit fiscal. Dado que tenemos cerrado el acceso a los mercados de crédito, el gobierno tiene que recurrir a sus tenencias de activos financieros en pesos y dólares para financiar esos desequilibrios y los vencimientos de capital de la deuda pública. El gobierno intentará diferir en el tiempo el ajuste fiscal al mismo tiempo que tomará decisiones para volver a tener acceso a los mercados financieros internacionales. Las urgencias de tener más caja llevarán a reacomodar el discurso político para justificar la reapertura del canje de la deuda, acordar con el Club de París y con el FMI. Este replanteo político será preferible a tener que enfrentar el costo político de un ajuste fiscal, que finalmente pasará a ser responsabilidad del próximo gobierno”.
(*) Agencia DYN