Paredes de “cartón”, cámaras de seguridad desactivadas, escaso control de los visitantes y códigos de seguridad fáciles de alterar. Esas son las falencias del sistema de seguridad de las torres Le Parc de Puerto Madero, el costoso complejo de departamentos donde fue hallado sin vida el fiscal Alberto Nisman en enero de 2015.
En las últimas semanas, decenas de vecinos de las torres desfilaron por la Fiscalía Federal Nº 3 para declarar como testigos en la causa en la que se investiga la muerte del fiscal de la causa AMIA. La Justicia intenta determinar cómo funcionaba la seguridad del complejo, compuesto por tres torres. De esta manera, busca reconstruir si era posible que la presencia y/o el ingreso de terceras personas a la vivienda de Nisman pasaran inadvertidos por los controles de seguridad.
Hasta el momento, los testigos aportaron detalles llamativos, informaron fuentes del expediente a PERFIL.
Según las declaraciones, las paredes son tan finas que los diálogos traspasan las barreras físicas con claridad, especialmente en los baños. El dato llamó la atención de los investigadores. Alberto Nisman apareció muerto en su baño de un tiro en la cabeza. Hasta el momento, los testigos que ya declararon viven en las torres vecinas a la de Nisman, por lo que todavía resta escuchar a quienes habitaron cerca del fiscal y que podrían haber escuchado algo que les llamara la atención durante el domingo 18 de enero por la mañana.
Los vecinos coinciden en que el sistema de seguridad era débil, en parte influido por la necesidad de preservar la intimidad de los habitantes.
Los visitantes pocas veces eran registrados en los libros de ingresos y egresos; los códigos de seguridad de los ascensores –que permiten el acceso a los departamentos– podían resetearse haciendo un viaje al subsuelo, donde las cocheras de las tres torres están interconectadas; las cámaras de seguridad sólo registraban los movimientos de los palieres centrales, no de los pasillos. Las cámaras sí registraban los movimientos de las puertas de servicio.
Además, los vecinos contaron que el edificio contaba con adicionales de la Prefectura, pero afirmaron que los oficiales se limitaban a “tomar mate todo el día”.