"Acá está el pueblo de todos los tiempos, descanse en paz, mi General", proclamó ayer subido al escenario de la irrealidad Antonio Cafiero ante un público que hacía oídos sordos mientras practiba el deporte peronista de arrojarse piedras, palos y hasta balas. Nada nuevo bajo el manto de lo incorregible.
Pero el mundo de la contradicción política y sindical argentina no terminó en los hechos sino que, como el ave Fénix, renació en los dichos. "Infiltrados políticos", "compañeros que no saben guardar la compostura", "indaptados dentro del movimiento", "idiotas, inútiles e imbéciles", "espíritus díscolos", "sectores del poder económico", el ejército en las sombras de Duhalde, e internismos del poder sindical. Todos ¿o nadie? fueron los culpables.
La lista parece interminable a la hora de las acusaciones cruzadas con el fin de determinar el culpable del fallido festejo del 17 de Octubre o, simplemente, de sacar un rédito político. Porque como algunos dicen a río revuelto, ganancia de pescadores.
Después de ser bombardeado por objetos contundentes mientras acompañaba al líder de la CGT, Hugo Moyano, en el palco, el ex senador Antonio Cafiero pronunció las primeras justificaciones. "Sería deshonesto si se intentara culpar de lo que pasó a los infiltrados porque el grueso es responsabilidad de aquellos compañeros que no supieron guardar la compostura", dijo con un sesgo de autocrítica, aunque después advirtió a los periodistas que no lo "gorileen".
Ayer, mientras compartían el escenario, Moyano se encargó de confirmar la hipótesis de Cafiero. En ese momento de tensión llamó "idiotas útiles" e "imbéciles" a los sectores que provocaron incidentes en la quinta de San Vicente, y los definió como "enemigos de la Patria".
"Unicamente los enemigos de la Patria, algún ideólogo trasnochado o idiotas útiles pueden intentar empañar el acto del general", arengó el titular de la CGT, y disparó una nueva andanada de silbidos, abucheos y objetos arrojados contra el palco.
Extraño es el mundo de la política, ya que la cosmovisión cambia de un día al otro. Contradiciendo sus propios dichos, hoy en conferencia de prensa, Moyano sostuvo que lo que ocurrió ayer "fue armado". Lo acompañaba el titular de las 62 Organizaciones, Gerónimo Venegas, quien respaldó la segunda hipótesis de Moyano: que los responsables de los destrozos de ayer "no eran trabajadores" ni tampoco "peronistas".
"Creo que ha habido gente que no quería que existiera el acto y que estuvieron mucho antes que llegáramos nosotros. No fueron ni trabajadores ni peronistas, porque un peronista no destroza las pertenencias de Perón", dijo sorprendentemente Venegas sobre los manifestantes con pechera de las 62 organizaciones que ayer aparecieron en la televisión de todos los argentinos destruyendo todo a su paso y robando pertenencias del General.
El sindicalismo es una corporación, por lo que no parece extraño que cierren filas. Sin embargo, algunos tienen la capacidad de hilar más fino a la hora de encontrar culpables. Es el caso del secretario general de los Judiciales, Julio Piumato, quien atribuyó hoy los disturbios de ayer a "sectores del poder económico" que están "en contra" de los "intereses populares".
"Si algo de autocrítica tenemos que hacer los que organizamos este acto es que vimos toda la parte trascendente, la alegría popular, y no pensamos que hay sectores que estan del otro lado", dijo el dirigente sindical en declaraciones formuladas a Radio 10.
Pero Piumatto subió la apuesta. Dijo que esos sectores no son sólo culpables de lo que pasó ayer en San Vicente sino que son los mismos que "robaron el cadáver de Eva Perón y las manos del General, y que en 1973 frustraron el regreso de Perón a la patria, en contra de los intereses del pueblo".
Sin embargo, algunos de la dirigencia sindical retomaron la primera hipótesis vociferada por Cafiero, e inclusó disparó contra Moyano. Fue el caso del titular de la seccional La Plata de la UOCRA, Juan Pablo "Pata" Medina, quien admitió que integrantes de su organización participaron de los incidentes ocurridos ayer en San Vicente, aunque afirmó que fueron producto de la "provocación" de trabajadores camioneros.
"Fue una provocación a la UOCRA. Nosotros no empezamos, ellos (por los camioneros) quisieron copar todo el lugar", afirmó en diálogo con Télam el dirigente platense, quien sostuvo que "las provocaciones empezaron cuando le abrieron la cabeza a un compañero con una botella de cerveza".
Claro que hay maneras más finas de decir que los muchachos sindicalistas se portaron mal. Y obviamente, existe un político para cada cosa. Para estilizar las acusaciones cruzadas está el jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman, quien atribuyó los incidentes "algunos espíritus un poco díscolos", algo que sonaría bien para el filósofo Friederich Nietzche o para Flaubert, pero creo no puede aplicarse a los palazos, piedrazos y balazos.
Usos políticos. El cinismo es una cualidad de la política. Por eso, no es difícil encontrar a algunos especímenes que utilicen los disturbios, incidentes e incluso tragedias para sacar algún tipo de rédito. Y entre los más papistas que el Papa dentro del kirchnerismo, ese lugar lo ocupan el ex piquetero y actual funcionario Luis D'Elía y el diputado nacional del Frente para la Victoria (FTV) Carlos Kunkel.
Con poco tacto, como los caracteriza, desenvainaron sus espadas para proteger la imagen presidencial y si es posible, hundir un poco más a su archienemigo, Eduardo Duahalde. "El resultado es claro: una vez más en la trastienda, la sombría figura de Eduardo Duhalde, con Arcuri y Carlos Rodríguez a la cabeza organizando el caos, el enfrentamiento y el sabotaje. Este es un golpe del duhaldismo contra la memoria y la pluralidad de los argentinos", denunció D'Elía.
"Hoy hemos visto fallecer al viejo PJ. Este PJ que durante los últimos 20 años en nombre de la marcha, el escudo y de los cuerpos de Perón y Evita llevó adelante cuanta traición encontró en su camino", sostuvo en un comunicado de prensa.
"Duhalde y su esposa (Chiche) han vuelto a tener protagonismo hoy, y con ello vuelve la metodololgía que creíamos definivamente superada en Argentina", sostuvo Kunkel.
Pero, lejos de la inocencia, Duhalde también tiene sus voceros. La principal, su esposa, pegó de lleno al Gobierno por "mandar" a dos funcionarios a atribuir públicamente los incidentes de ayer en San Vicente al duhaldismo. "D'Elía, un personaje detestable para la Argentina, violento desde siempre, se atreve a dudar cuáles fueron los móviles reales, que para mí fueron hombres de los dos gremios que históricamente vienen enfrentados y que basta una chispita para que choquen".
El apoyo a veces viene de lugares impensados. El ex senador correntino, José Antonio Romero Feris sostuvo que los disturbios deben inscribirse en las internas sindicales y descartó que se deba a la acción del llamado "duhaldismo". "Descarto -dijo como si fuera un jefe de prensa- que haya sido un pase de facturas de Duhalde y no creo que éste se haya involucrado".
"Lo de ayer fue sólo un problema del exacerbado internismo por lograr un milímetro más de poder del sector sindical", agregó el ex legislador.
Los muertos que hablan. Nadie, pero nadie quizo quedarse afuera del chismerío político y, de seguro, menos él. Fue así que el ex presidente Carlos Menem responsabilizó hoy al Gobierno por los graves episodios de violencia de ayer.
"Los bochornosos incidentes que ensombrecieron el traslado de los restos del general Perón a la quinta de San Vicente constituyen una nueva consecuencia de la política implementada desde el Gobierno nacional para reinstalar en la Argentina el clima de violencia política y las metodologías propias de la trágica década del 70", denunció Menem, probablemente en busca de un protagonismo que perdió hace mucho tiempo.