Parece una paradoja que en el sitio oficial que en Twitter tiene la saga de James Bond, la portada sea “No time to die” (Sin tiempo para morir). El anuncio corresponde al estreno en abril de 2021 de una nueva película del famoso personaje del escritor británico Ian Fleming. Pero en la vida fuera de la pantalla, ayer dijo adiós el que para muchos es sin duda el actor que mejor corporizó a James Bond en el cine: Sean Connery. “Murió en paz mientras dormía, rodeado de su familia” en su casa de las Islas Bahamas, donde vivía. Fue uno de sus hijos, Jason Connery –también actor–, quien dijo que su padre había estado “mal desde hace un tiempo”. Escocés de nacimiento, Connery tenía 90 años. Su publicista, Nancy Seltzer, dijo que habrá una ceremonia privada seguida de un servicio conmemorativo una vez que haya terminado la pandemia de coronavirus.
La noticia de su fallecimiento generó en las distintas redes sociales mensajes y fotos de famosos –y fans– de todo el mundo. Entre ellos, Daniel Craig –el James Bond actual– escribió: “Con mucha tristeza me enteré del fallecimiento de uno de los grandes actores de cine. Sir Sean Connery será recordado como Bond y mucho más. Definió una época y un estilo. El ingenio y el encanto que retrató en la pantalla podrían medirse en megavatios; creó lo que hoy llamamos un éxito de taquilla moderno. Seguirá influyendo en actores y en cineastas durante muchos años. Mis pensamientos están con su familia y seres queridos y donde quiera que esté, espero que haya un campo de golf”.
Nace el mito. Sean Connery fue, como dijeron Michael G. Wilson y Barbara Broccoli –productores de la saga Bond–, quien le dio al famoso agente secreto una “interpretación valiente e ingeniosa, y lo hizo sexy y carismático”, y eso fue en gran parte el éxito de la serie de películas. “Connery fue y siempre será recordado como el James Bond original, cuyo ingreso imborrable en la historia del cine comenzó cuando anunció esas palabras inolvidables: ‘Mi nombre es Bond... James Bond’”. Pero también fuera del mítico personaje, este actor escocés fue una presencia imponente en la pantalla durante más de cuatro décadas. Tenía poco más de 30 años, y no era muy conocido cuando protagonizó Dr. No, la primera de las películas basadas en la novela de Ian Fleming. Y fue un suceso cinematográfico mundial.
Ese primer éxito puso a Connery como Bond en De Rusia con amor, Goldfinger, Thunderball, Solo se vive dos veces, y en 1971 la que sería su última película como el agente secreto, Los diamantes son para siempre. A su vez, había hecho dos películas dramáticas: Marnie, dirigida por Alfred Hitchcock, y La colina, de Sidney Lumet, con quien volvería a protagonizar Negocios en familia en 1989. La historia dice que la idea de Connery de abandonar a Bond fue porque temía el encasillamiento y la poca posibilidad de que lo tuvieran en cuenta para otros papeles. “Soy actor desde los 25 años pero la prensa hizo de mí una persona que nació con este esmoquin y mezclaba martinis con vodka”, dijo Connery en algún reportaje para explicar su decisión de dejar a 007.
Profecía incumplida. Era otro Hollywood donde la idea de que un éxito no se abandona porque quien desafía esa premisa está casi condenado al ostracismo profesional. Pero esa profecía no se cumplió porque después de un impasse, pudo ampliar la gama de personajes y moverse cómodo en la comedia, la aventura o el drama. Y marcó un “récord” como celebridad masculina cuando a los 59 años la revista People lo eligió como “El hombre vivo más sexy” de 1989. De Bond al padre de Indiana Jones, a aliado de Kevin Costner en Los intocables, a un estafador con Michael Kane, e incluso a un Robin Hood no tan joven junto a Audrey Hepburn, fueron algunos de los papeles como protagonista. Incluso en 1983, se dio el gusto de volver con Bond en Nunca digas nunca jamás.
“Obviamente no soy Bond”. Y Bond, obviamente, no es un ser humano. Fleming lo inventó después de la guerra, cuando la gente tenía hambre de lujo, toques gourmet, escenarios exóticos. Esas eran las cosas que a los ingleses les encantaba leer después de las privaciones de la guerra”, dijo alguna vez Sean Connery. Igualmente, su profesión le dio una vida cómoda, un primer matrimonio algo complicado, y un segundo junto a quien hoy es su viuda, Micheline Roquebrune. También dos hijos, Jason y Stefan. Y por supuesto, fama.