“Me impresionó gratamente su designación como papa. Cuando me encuentre con él, le voy a preguntar si puedo abrazarlo.” El autor de estas palabras no es un amigo de Jorge Bergoglio, sino exactamente todo lo contrario. El arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, referente de la derecha ultraconservadora católica argentina, ya está enviando señales de paz a su contrincante histórico, quien desde el miércoles ocupa el sillón del máximo poder dentro de la Iglesia.
El prelado platense le dedicó ayer varios elogios a su antiguo enemigo interno: aseguró que la noticia es “maravillosa”, lo calificó como un hombre “de una personalidad muy rica” y con “una gran capacidad de escucha”. Al mismo tiempo, expresó su deseo de dialogar con él, deslizó que “gobernar no es mandar” y manifestó que “seguramente él quiere que lo acompañemos”.
Aguer es un arzobispo de 69 años que siempre se ubicó en la corriente más conservadora de la Iglesia Católica. Saltó a la fama por sus vínculos con el polémico empresario Francisco Trusso, ex titular del Banco de Crédito Provincial (BCP), y también por algunas de sus opiniones, como tildar a la materia escolar Construcción de Ciudadanía de “neomarxista”.
Su sector ultraconservador no es mayoritario en la Iglesia, donde predomina la corriente de los conservadores “moderados”. Pero su mayor poder residía en su llegada a la curia romana en el Vaticano, a través de Esteban “Cacho” Caselli, ex embajador de Carlos Menem en la Santa Sede. Ahora, ambos habían apostado por otro candidato argentino a papa, Leonardo Sandri, el ex número tres de Juan Pablo II.
“Siempre la espera de un nuevo papa es emocionante, pero en esta oportunidad ha sido mucho más”, comenzó Aguer en el programa de cable Claves para un mundo mejor, donde se desempeña como columnista. “Ha sido una verdadera conmoción sobre todo porque uno lo ha conocido desde hace muchos años al actual papa y vemos esto como una cosa realmente maravillosa”, aseguró.
Sobre cómo podría ser el papado de Francisco, apuntó que “no lo puedo imaginar porque él tiene una personalidad muy rica y muy de sorprender”. Aprovechó también para regalarle más elogios: “Es alguien que sigue mucho y con delicada atención lo que uno le dice, lo cual supone una gran capacidad de escucha y de reflexión”.
De todos modos, en su cuidadoso discurso, Aguer no se privó de enviar algunos velados mensajes. Hacia el final de su intervención, aventuró que Bergoglio no es el máximo jefe de la Iglesia Católica. “Francisco tendrá un acento particular que iremos descubriendo poco a poco. Por otro lado no tenemos que olvidar esto: por encima de todo está Jesucristo”.
