“¡¡Felicitaciones!, mucha suerte!!”. Atravesar el predio de La Rural junto a Amalia Amoedo lleva su tiempo. A cada paso, un saludo. “De tanto que me felicitan los que no me conocen van a pensar que estoy embarazada”, suelta la nieta de Amalita Fortabat, quien camina sonriente entre artistas y coleccionistas por esta feria en la que Ama –como le dicen sus íntimos–, está a punto de debutar como presidenta.
Ingresar al universo privado de la nieta de quien fuera “la dama del cemento” no es una tarea fácil: no sólo por ser quién es, sino porque no le gusta dar entrevistas, una cuestión que parece diluirse con el correr de los minutos cuando invita una cerveza en un puesto al ingreso de un pabellón y se entrega a la charla. “Haber sido elegida para ser presidente de la fundación arteBA es un gran honor, pero sobre todo, una gran responsabilidad. Me siento muy identificada con esta misión”, dirá con tono formal y modos ultraeducados, o como le decía su madre, Inés Lafuente, “bien aprendida”.
Amalia es tercera generación de una de las familias más ricas del país. Hasta febrero de 2012 con su muerte, su abuela fue la mujer más rica del país con una fortuna, en su momento, valuada en 1.200 millones de dólares. Hoy, esta mujer de 42 años y gestos calcados a su abuela (aunque ella diga que se siente más parecida a su mamá), se mantiene ocupada con la supervisación de los campos familiares, su trabajo en la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat, la Fundación Policía Federal Argentina y sus proyectos solidarios con la Fundación Fernanda Laguna. Además de su propio trabajo como artista, Amalia es astróloga, escribe poesía, baila tango y es madre de dos hijas: Isabella (16) y Angelina (12), con quienes comparte la pasión por el arte y la música. “Me gustan muchos estilos, el blues, el tango. Mis hijas me hicieron ahora fanática del trap. ¡Me encanta Khaea!”, dice mientras deja ver sus zapatillas. La imagen es tal vez una radiografía ecléctica que la define: combina un colorido vestido de María Cher con un calzado negro que se utiliza para bailar trap.
Pocos lo saben, pero Amalia se mueve como pez bajo el agua entre mundos distintos: puede pasar de una recorrida en hospitales a una cena de gala en alguna embajada. Sin ir más lejos, el domingo pasado estaba festejando en cancha de Racing el campeonato y el que viene estará asumiendo formalmente en ArteBA.
—No te olvidás más de este abril de 2019.
—Siento muy buenos augurios al estar tan cerca del mundo del coleccionismo y de los artistas hace más de 20 años.
—Hablando de augurios, ¿es cierto que le hiciste a Racing una carta astral?
—Me fascina la astrología, pero no suelo hablar casi del tema. Me gustó la idea de unir dos sentimientos muy potentes en mi vida como lo es el arte y Racing. Decidí estudiar y buscar la fecha de fundación del club, el horario exacto.
—¿ Les predijiste este campeonato?
—No (risas). Esto es un estudio que va para atrás en el tiempo. Sobre la carta astral es en realidad una obra que hice, una videoinstalación que se llamó La Constelación del Cilindro.
—Se sabe de tu fanatismo, que vas a la cancha y tenés una platea. ¿Como festejaste el domingo pasado?
—¡Fue increíble! Un gran campeonato para Racing. Casi siempre estuvimos en la cabeza, así que fue una gran alegría.
—¿Sos de gritar goles?
—Siempre.
—¿Algún insulto al árbitro que se te escape?
—La verdad que no. Ya se lo insulta mucho. Cuando mis hijas eran chicas las llevaba a la cancha y ellas lloraban con los insultos.
— ¿Hablás con ellas sobre los cambios que se están dando en materia de derechos de la mujer?
—Sí. De todas formas para ellas es todo muy natural el tema de la mujer. Quiero decir, lo ven en su casa, yo estoy rodeada de artistas. Pensá que tuvieron a la bi-sabuela que tuvieron...
—Con el tema del aborto ¿tenés alguna postura tomada?, ¿lo conversás con tus hijas?
—Sí, pero esa es una cuestión más privada.
—¿Qué lectura hacés vos de este cambio de paradigma?
—Celebro que las mujeres tomen lugares fuertes, que construyan círculos en donde crecer, aprender y apoyarse en otras mujeres y que hagan su tan importante aporte al mundo de hoy. Mi mayor deseo es que se pueda vivir sin tanta violencia, especialmente contra las mujeres, pero sobre todo menos violencia en general.
—Vas ser la primera mujer presidenta de ArteBA. ¿Qué pensás que podés aportarle a la feria?
—Como mujer coleccionista, me gustaría poner especial énfasis en contribuir a impulsar el coleccionismo femenino. En este momento se está dando una gran revolución de las mujeres en el mundo entero y es una oportunidad única para que mujeres que sientan la inquietud, se animen a empezar a formar sus colecciones, se acerquen a los artistas y las galerías y compren las obras que quieran tener en sus casas.
—Hace poco fuiste embajadora de Louis Vuitton y abriste tu mundo privado. Pareciera que te vas animando a subir el perfil.
—Me animé a hacer un cóctel en mi casa porque es una marca que tanto a mi abuela como a mi mamá les gustaba mucho. Intento siempre mantener perfil bajo, doy notas cuando tengo algo que comunicar.
—¿Qué te gusta hacer además de todo lo que hacés?
—Veo películas (ría). No miro tele, no tengo tanto tiempo en realidad.
—¿Ves noticieros?
—No. Pero tengo la manía de leer los diarios, de acá y de todo el mundo.
—¿Sobre este momento del país qué pensás?
—Creo que hay que esperar lo mejor siempre. Todos los años de elecciones son particulares.
—Este es uno de crisis económica. Dicen que no repercute tanto en el arte...
—Sí, no sabés la cantidad que se vende. Es una ventaja que tiene el arte: cuanto peor le va al país mejor se vende. Hay obras de arte de precios que no son siderales. Hay obras que se pueden comprar en cuotas, que son realmente accesibles. Y te lo digo yo que soy una mina que está en todos los ámbitos sociales. Tengo conciencia absoluta del señor que trabaja acá en la puerta, que llega justo a fin de mes. Tomo conciencia de muchas cosas, a mí no me caminás así nomas. Pero volviendo al país, creo que no nos queda más que tener fe y esperanza que podamos salir adelante.
—¿Alguna anécdota preferida con tu abuela?
—Muchas. Siempre que yo viajaba me decía a qué museo tenía que ir y cuáles obras eran más interesantes. ¡Se sabía de memoria dónde estaba cada pieza! Charlábamos horas sobre arte, mirábamos catálogos juntas recostadas en su cama. Recuerdo mucho a la Botica del Angel de Bergara Leumann, íbamos con mi abuela, lo que nos divertíamos. Estaba Marta Minujín, que tenía su taller al lado y me daba muchos consejos. Ella me decía que me vaya cuanto antes a estudiar afuera porque acá iba a ser muy fuerte lo de mi familia. Después nunca lo hice porque desde chica trabajé y nunca encontré el tiempo. Después tuve a mis hijas.
—¿Qué vida sentís que tuviste hasta el momento?
—Una vida lindísima. Desde chica me mandaron a estudiar, me dieron muchas herramientas para que pueda ser lo mejor que pueda hoy con lo que me tocó. Tener 42 años... Yo no tengo madre, no tengo padre, no tengo marido, me hago cargo. Había gente que tenía que salir corriendo a estudiar algo para conseguir un trabajo y a mí había un trabajo que me estaba esperando; en ese momento era Loma Negra. Hice la rotación por todos los sectores de las fabricas.Soy una gran agradecida de lo que tengo, una privilegiada. Mi mamá siempre decía: “Primero el deber y después el placer”. Y lo aplico siempre, así me educaron, aunque también, con mucha libertad.