Una foto. Ese fue el modo que eligió Jorge Rial para blanquear su incipiente relación con Agustina Kämpfer. Pero no fue una foto de ambos, sino de ella con una de sus hijas. Sí, otra vez una de ellas, la misma por la que también, dijo, se separó de su anterior pareja, Mariana Antoniale. “Estamos distanciados porque hubo una discusión con una de ellas”, explicó el conductor.
Pero Rocío y Morena no son las únicas “hijas de” que quedaron en primer plano. Dalma y Gianinna Maradona siempre tuvieron una gran exposición. Y esta semana aun más con las declaraciones respecto de la denuncia pública que hizo Claudia Villafañe contra Diego. Pero ellas tampoco son un caso aislado. Los hijos parecen hablar por sus padres, incluso sin quererlo. Se transforman en objetos, voceros, cuidadores... De un modo u otro, son llevados al centro de la escena por sus progenitores. ¿Qué los lleva a exponerlos?
Mediatizar. “Hay una cuestión narcisista en la gente que vive de lo mediático. Se trata de estar todo el tiempo en la pantalla. Y para eso usan todos los medios que tienen, incluso a sus hijos”, explica la psicóloga Sofía Noguer. Y ejemplifica: “Blanquear una relación amorosa a través de un hijo es ponerle al chico una responsabilidad que es del adulto. Son éstos los que tienen que hacerse cargo de sus acciones. Y muchos padres, por no hacerlo, los involucran transformándolos en medios para sus fines”.
En la misma línea, su colega Eduardo Drucaroff explica que los hijos son tratados como objetos “cuando no son considerados en su calidad de personas que pueden estar afectadas o sufrir las consecuencias de los actos de los padres. Es como pelearse por un jarrón y que sea tironeado por ambas asas: el jarrón se rompe, y la persona queda afectada”. Entonces, Nogués insiste: “Los padres se desligan de sus responsabilidades y el chico termina siendo el portavoz, cuando ponerlos en ese lugar es exigirles mucho. Ponerlos en el medio es además cargarlos de culpa. Por ejemplo, si se dice que una pareja se rompió por causa de los hijos probablemente los chicos terminen sintiéndose culpables. Una pareja no se rompe por eso sino por otras cosas de las que el adulto no quiere hacerse cargo. Exponerlos así es sumamente estresante. Y no son elecciones de ellos, porque ellos no eligen ser famosos”.
Esta tendencia tiene que ver con una cuestión social, según describe la psicóloga Patricia Montes: “En esta época todos los vínculos son más vacíos, superfluos, y están al servicio del consumismo. En este caso, de sus padres. Pero no es una patología; en todo caso, acá lo patológico es lo mediático, el utilizar a los hijos porque es lo que vende”.
Inmadurez. Exponer a los hijos en pos de un beneficio es una conducta que los especialistas coinciden en catalogar como “regresiva”, “inmadura” e “infantil”. “Los litigios de este tipo producen estados de regresión en los que la persona no puede pensar adecuadamente ni medir las consecuencias de sus actos. Por eso es importante recurrir al psicoanalista más que al abogado”, dice Drucaroff. Su colega Any Krieger suma: “Hay una infantilización de la sociedad que hace que algunos padres actúen como niños. Jacques Lacan la llamó ‘sociedad del niño generalizado’, en la que lo que vale es ser joven. Y las personas públicas encarnan los síntomas de una época”.
Políticos que se muestran con sus hijos pequeños también responden a esa lógica. Sin ir más lejos, Macri en plena campaña nos hizo conocer a Antonia casi desde su nacimiento. Pero nada es gratis.