“Para vivir en Córdoba, elijo Gama”, dice Susana Giménez en un aviso de la mayor desarrolladora inmobiliaria de esa provincia. La diva de los teléfonos ni se imaginó que su imagen quedaba pegada a una firma de Jorge Petrone, un influyente empresario de la provincia mediterránea que acaba de ir a la cárcel, en el corolario de una carrera que incluye denuncias y cruces con la política, entre otros escándalos.
La Cámara del Crimen Nº 10 determinó que Petrone, de 63 años, se hizo de 63 hectáreas a la vera de la ruta 20 que une Córdoba capital con Carlos Paz, fraguando escrituras, en un modus operandi que generó cientos de denuncias que hoy sustentan 33 juicios orales: arrancar las hojas de los registros donde constan los propietarios y reemplazarlas por otros folios con dueños ilegítimos. Así, una persona pasó a tener ese terreno y se lo vendió a Petrone, quien se considera “un comprador estafado en su buena fe”. Para la Justicia, sin embargo, él instigó toda la operación.
La empresa de Petrone nació en 1986 y hoy tiene unos 600 mil metros cuadrados en construcción. Hace unos años irrumpió con avisos en televisión abierta con “Su”, cuyo contrato se renovó en septiembre de 2013 y durará al menos hasta abril de este año. Alejandro Fantino es otro contratado que llamó a invertir en Gama desde carteles en la ruta y mediante PNT (publicidad no tradicional) en su ciclo televisivo Animales Sueltos.
Nacido en Santa Eufemia, un pueblo en el sur de Córdoba, Petrone comenzó como camionero cuentapropista hasta que se topó con un traslado de cemento y llegó a ser el mayor distribuidor de Loma Negra de la Argentina. Saltó al sector de la construcción y se transformó en uno de los mayores hombres de negocios de la provincia. Pero sus competidores no lo reconocen como un par y resistieron cuanto pudieron su ingreso a la Cámara de Desarrolladores Urbanos. Y le dicen de todo: que hizo su fortuna como pirata del asfalto robando cemento a los Fortabat; que cobró tasas usurarias para financiar obras; que se expandió comercializando propiedades flojas de papeles y que hasta compró tierras con DNI de desaparecidos. Por otro lado, su contador, Carlos Dossetti, fue presidente de Talleres de Córdoba, y el empresario debió devolver dinero al club obligado por la Justicia, cuenta el portal Infojus. También fue dueño de jugadores de Belgrano y se metió en la dirigencia de Racing de Nueva Italia.
“Son disparates”, rechaza Hernán Huergo, gerente general de Gama, que está con Petrone hace treinta años. Explica que su problema es que siempre “fue transgresor” y que lo odian las inmobiliarias porque irrumpió con “su propio método de venta”; también sus competidores porque desde el principio ofreció financiaciones a entre el 1 y 2% en tiempos en que había 200% de inflación anual, y que no cae bien porque él mismo iba a los canales de TV a contratar los segundos publicitarios. En definitiva, que este caso buscó mancharlo porque es una de las mayores empresas constructoras del país. “Soy un preso político de José Manuel de la Sota”, disparó Petrone al hablar en el juicio que concluyó la semana pasada. En su entorno sostienen que la condena es la respuesta a las críticas del empresario al gobernador por la presión impositiva y por denuncias de pedidos de coimas, que luego retiró. “Nunca vivimos de la teta del Estado”, remarca Huergo. Pero sí aportan para las campañas: “Ayudamos a todos, al peronismo, al radicalismo y al juecismo”, dice. En la gobernación se abstienen de responder. “Ya se expresó la Justicia”, dice el ministro de Comunicación, Jorge Lawson.
Gama apuesta a que los negocios no sufran un impacto. Petrone es el único dueño, pero no está en el día a día, sino en las definiciones estratégicas. La firma tiene 2.500 empleados y venden el 55% de los departamentos a inversores fuera de Córdoba. El mayor proyecto es Ciudad Gama y también desarrollan 43 mil metros en Terraforte I y 45 mil metros cuadrados en Terraforte II. En 2013 entregaron 1.060 departamentos en Alto Villasol, donde en el piso 17 y 18 de la torre vip se mudó el propio Petrone, antes de terminar en Bouwer, la cárcel.