Decir humor inteligente es sinónimo de Les Luthiers. Ayer, uno de los pilares de este grupo que talló risas en varias generaciones, dijo adiós para siempre. A los 71 años y por problemas cardíacos falleció Daniel Rabinovich, quien se encontraba desde hace un par de semanas alejado del grupo por la salud desmejorada. Actor, músico, notario y escritor, Rabinovich desplegó su arte frente a miles de personas tanto en la Argentina como en el extranjero, con el particular humor que siempre caracterizó a este grupo de actores y músicos que lleva casi cincuenta años de carrera.
“Daniel Rabinovich ha muerto y por eso el mundo es hoy mucho menos alegre”, decía ayer el sitio digital del diario español El País. Justo en octubre próximo, ellos tienen previsto visitar España. Ahí hay varias personalidades fanáticas, entre ellos Joan Manuel Serrat, a quien alguna vez el propio Rabinovich definió como uno de los cómicos que más lo hacía reír en ese país.
En el 2012, Rabinovich había sufrido un preinfarto durante una gira por Uruguay, razón que lo llevó a alejarse de los escenarios. En marzo de este año, su salud empeoró e hizo que no pueda seguir formando parte de los shows de Les Luthiers.
Ayer, sus restos fueron velados en la Casa O’Higgins, de Belgrano y hoy se realiza el entierro en un cementerio privado donde sólo estarán los familiares más cercanos, entre ellos su mujer, Susana y sus dos hijos: Inés y Fernando.
Vida. Daniel Abraham Rabinovich Aratuz nació en Buenos Aires, el 18 de noviembre de 1943. De chico, solía concurrir a espectáculos de folklore –como muchos de su generación– el primer estilo musical que le llamó la atención. Según se desprende de su biografía, publicada en la página oficial de Les Luthiers, su madre había estudiado piano y su padre era abogado y cantor de tangos. Desde los 7 a los 13 años estudió violín y un año después, comenzó guitarra. A los 18 ingresó a la Universidad de Buenos Aires, donde estudió derecho y luego se recibió de escribano público. Fue en esa etapa cuando se unió al coro de la Facultad de Ingeniería, donde conoció a los futuros integrantes de Les Luthiers, grupo que nació en 1967, y que fue fundado por él, Marcos Mundstock, Gerardo Masana, Jorge Maronna y Carlos Núñez Cortés.
Con el correr del tiempo fue ganando protagonismo actoral hasta convertirse en uno de los integrantes más destacados. Rabinovich era “el más actor”, el menos serio –el más payaso, le decían– , y en un punto, el que menos dotes musicales tenía en comparación al resto, técnicamente hablando. “No escribía ni componía música, pero al final, cuando había que ponerle la frutilla al postre, tenía un montón de frutillas. Es, fue y será integrante por siempre de Les Luthiers”, lo despidió hoy Lino Patalano.
En su ámbito privado, Daniel era muy familiero, le gustaba el fútbol y era hincha de Independiente, al igual que sus hermanos y sus primos. Alguna vez, cuando le preguntaron si había algo mejor en la vida que ser miembro de Les Luthiers, dijo: “Pocas cosas, casi ninguna. Pero, un domingo en el que gane el Real Madrid, pierda el Barça, golee Independiente y pierda Racing se asemeja mucho”.
Rabinovich amaba pasar el tiempo en el club jugando al billar o en la computadora con el bridge, pero uno de sus placeres favoritos era jugar con sus nietas en su casa de Vicente López, donde había construido una bodega en el altillo. Era muy querido por sus familiares y amigos, entre los que se encontraban el resto de los integrantes de Les Luthiers, con quienes cultivaba una característica común: la humildad.
Y la inteligencia no sólo primaba en el humor, sino en la forma de construirlo y mantenerlo: por eso, todos hacían terapia grupal. “Somos débiles, inseguros, pero somos un gol de media cancha como grupo humorístico (...) Es un envase brutal para estar adentro. Es un muy buen matrimonio de cinco señores que en vez de parir chicos paren espectáculos”, dijo alguna vez el actor de la Oda a Johann Sebastian Mastropiero, aquel personaje ficticio, con el que él se despachaba con un juego de palabras, ingenio e ironía.
Además de Les Luthiers, Rabinovich, probó suerte en la televisión y en el cine. Durante los últimos años participó de la serie Tiempo final (2002), La familia potente (2003) y La dueña (2012). Su última pasión fue la escritura: publicó los libros Cuentos en serio (2003) y El silencio del final, nuevos cuentos en serio (2004).