Único, irrepetible, universal y quizá hasta eterno en un mundo donde solamente algunos ídolos parecen alcanzar ese estado. De todos modos, a veces las palabras son eso, simplemente palabras que no alcanzan ni de cerca para definir a un personaje como Joan Manuel Serrat, y a la hora de describir y calificar no pasan más allá de un vago intento.
A lo largo de los 58 años que duró su carrera, Joan Manuel Serrat fue una figura que marcó a varias generaciones, a base de coherencia, talento y ese plus que hace que varias coordenadas se acomoden para que un artista sobresalga por encima de sus pares. Este catalán nacido en Poble Sec fue un testigo clave de su época, de varias épocas. Y el viernes 23 de diciembre dio el concierto que marcó su adiós de los escenarios, de las giras. La cita, como no podría ser de otra manera, fue en Barcelona con un recital en el Palau Saint Jordi que comenzaba a llenarse al cierre de esta edición.
Última gira. Este show de despedida fue el punto culminante de El vicio de cantar, la gira mundial que Serrat comenzó el 27 de abril en el Beacon Theatre de Nueva York. Luego llegó el turno de Miami, Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Costa Rica, España, Venezuela, Ecuador, Argentina –donde brindó ocho conciertos–, Chile, Perú y Uruguay. Las fechas se fueron multiplicando por la alta demanda y el número final entre el continente americano y Europa es contundente: 74 conciertos para decir adiós y comenzar una etapa más privada.
La señal. En paso por Argentina, quizá el país donde mayor cantidad de conciertos tuvo en esta mencionada gira, Serrat fue claro al respecto y dijo: “Vengo a despedirme de los escenarios, no de la gente, ni del país y los amigos (...) Escogí la música en lugar de la universidad. No pensé que duraría hasta hoy”. También relató que hubo un hecho que, en un punto, lo hizo comenzar a reflexionar sobre lo que finalmente fue decidir el retiro. “El día que Joaquín (Sabina) tuvo la mala fortuna de caerse en el escenario cuando estábamos haciendo nuestra tercera gira de Dos pájaros a tiro (N. de la R.: fue el 12 de febrero de 2020, en Madrid), empezó toda una necesidad de aclarar el futuro, de ver dónde estaba parado. Y justo después de eso, apareció la terrible pandemia de covid que cambió nuestras vidas. En mi caso, me tuvo recluido en mi casa, y hablo de una reclusión entre comillas, porque en mi casa tengo parte de las cosas que me son importantes y fundamentales: libros, discos, mi familia... Pero yo veía que el tiempo se me acortaba considerablemente en todos los sentidos, y me dije que, en cuanto se pudiera, me iba a plantear mi vida profesional como una última gira”. Y así lo hizo y a solo cuatro días de cumplir 79 años, el telón se subió y bajó por última vez.
“A ver, he tomado esta decisión de salirme del escenario, de dejar una de las partes más divertidas de mi oficio, donde me lo paso mejor, pero también la que requiere mayor disciplina, es más rigurosa. Pero no por eso voy a dejar de escribir, de componer, de amar, de vivir...”, repitió a lo largo de toda esta gira del adiós.
Legado. En un universo donde lo efímero parece ser la norma, Serrat puede arrogarse haber dejado un legado y un aporte en la historia de la música hispanoamericana. A saber, la musicalización que hizo de poemas de Antonio Machado o de Miguel Hernández. También de ser autor de clásicos como Penélope, Lucía, Esos locos bajitos, o Mediterráneo, por mencionar solo unos poquísimos temas. Y también Serrat ha hecho duetos –cuando el término featuring no existía– con muchos de los artistas españoles y latinos de varias generaciones. Y con argentinos, mucho más, desde Mercedes Sosa a Diego Torres y algunos todavía más jóvenes. Y en esta última etapa recibió un álbum homenaje que le hicieron colegas y amigos y que se llamó Serrat…eres único.
La fiesta. Hijo de José Serrat, un anarquista español y de Ángeles Teresa, una ama de casa oriunda de Zaragoza, Joan Manuel empezó a tocar la guitarra como aficionado y se convirtió en uno de los referentes de la nova canción catalana. Y desde entonces no paró. Lo que dijo en uno de sus recitales, se aplica a todos los públicos que lo recibieron: “Qué gusto que estén aquí y poder darles las gracias por acompañarme. Sepan que estoy despidiéndome de ustedes… Me despido, pero es con alegría. Que quede claro que la alegría va por delante: he podido disfrutar muchos años de una carrera plena, divertida; he sido feliz, me han ocurrido cosas realmente maravillosas que difícilmente hubiesen pasado si hubiese seguido el camino marcado y hubiera llegado, como mucho, a profesor adjunto en una universidad de provincia... Olvídense de la nostalgia que podamos arrastrar.